Diario

Te busco en medio de la soledad, en mis sueños más amargos mientras sollozo por la distancia y cuando camino por las calles. Tanto te amo que estas en mi mente cada segundo, regresas en cada suspiro y sensación que recorre mi cuerpo. Siento que tu alma me toca acariciándome la mejilla para apartarme las lágrimas que caen en este mismo instante. Normalmente no sonrío con facilidad, aunque siempre que viene a mi cabeza su nombre esbozo la mejor de todas las sonrisas. Soy un maldito egoísta que se centra en si mismo y pocas veces abro mi alma. Bajo mi piel, carne y huesos hay un pequeño músculo que bombea gracias a los recuerdos que evoca mi cerebro.

Hoy al despertar y volverme a ver hundido en la miseria cotidiana no he podido evitar verter mis lágrimas, sentirme un fraude convertido en un mito viviente o un bello caos en medio del orden primordial. Sabes bien que últimamente me noto cambiado, derruido y aniquilado, por culpa de una distancia cada vez más visible aunque esto no quiere decir que realmente de todo por perdido. Renazco con más fuerza, con más ira y más endemoniado lleno de ganas de destruir todos los muros mientras correteo por los cientos de kilómetros hasta tu cama. Soy ese ángel guardián que fue castigado en los infiernos por amar a su protegido, conoces muy bien que mis alas son de cenizas y mi piel tibio tejido sensible...y que por ello muero entre el azufre además de saberte al otro extremo del mundo.

Conoces a la perfección todos mis defectos de fabricación, soy un modelo único y no tengo reparación, aún menos remedio. Me he equivocado demasiadas veces, he confundido sentimientos y he vivido en mi Babel construida con demasiado papel entintado con mis emociones. Hiciste que quemara todo lo que un día amé, que me acercara a ti a confesar mis pecados y que arrebatara de mi pecho lo más preciado que es la parte donde mora el alma. Te he entregado lo poco o nada que soy, pero aún así soy un ingrato que te mantiene inconsciente junto a mí. Recuerdas seguramente el monstruo de mis fantasías, ese de garras y rostro deforme, pues soy yo cuando pierdo el control y la razón. Estoy a la sombra de tus pasos, esos que te conducen hacia el poderío y ante el asombro de tantos. No me importa seguir en la oscuridad si sigo respirando el mismo aire envenenado de tu aliento. Aunque hoy por hoy no haya podido tocarte, besarte, sentir como tus piernas flaquean y como se intensifica tu mirada en un acto de pasión desenfrenada. Nada afecta a mi amor por ti, pues eres mi otra mitad y ambos somos amantes que saben comprender el significado de tiempo y espera.

Desearía desnudar tu cuerpo y contemplarlo maravillado, fundirme en tus ojos cafés de toques selváticos. Quiero tocar tu rostro y morder tus labios mientras mi lengua se funde con la tuya. El calor de tu cuerpo debe ser gratificante en las noches de invierno y una dulce tortura en el estío. Te alzaría hacia el techo y te hundiría luego entre las sábanas. Al fin podría saber como son esos besos en el cuello y el delicado jadeo escapándose de tu boca. Pondría mi alma al servicio de la tuya, mis manos al servicio de tu piel… en definitiva todo yo a tu antojo y mando. Demando toda esta locura y no la poseo, me siento extraño aunque en los brazos de Morfeo puedo experimentar estas maravillas. Es lo que me da ánimos para sobrevivir, es lo que hace que te vea en cada rincón como un misterioso fantasma y sin duda es tu amor lo que hace que la magia exista en mis fantasías.

Gracias por hacerme tan feliz, gracias por haberme dado algo que pocos me han sabido regalar…comprensión. Te amo mi dulce amante, mi gentil don Juan… mi alocado Romeo y mi apasionada alma gemela…