imagen de Leo Jimenez cantante de Heavy Metal {stravaganzza/saratoga}
Deja de llorar
-Levántate y deja de llorar, ¿no ves lo estúpido que eres? Toma tus armas, camina hacia la batalla y busca ideales para soportar la verdad. Muéstrate tal y como eres, desnudo y a la vez con una coraza que envuelva tu alma. Ponte firme, escucha a tu alrededor y lánzate a la guerra de la vida. Si lloras jamás conseguirás nada, los lamentos tan sólo valen para dar pena y mostrar lo patético que puedes llegar a ser. Si te golpean no te rindas, no caigas, y sobretodo no corras en busca de otros. Toma impulso, deja atrás las depresiones inútiles, y deja de quejarte porque te aíslan. Todos hemos sentido alguna vez el juicio cruel de miradas, insultos o los propios puños, pero la mayoría no nos rendimos. ¿Quieres ser uno de los míos? Pues deja de ser un puñetero crío, actúa como un adulto y endurece tu corazón. No muestres tus sentimientos, tan sólo a los tuyos, y si sientes la soledad abrázala hasta que ella misma se asfixie en tu compañía. Solo se tú cuando las personas de te rodean lo valgan, mientras sé orgulloso y muestra los dotes que la naturaleza te dio.-Su mirada estaba fija en la mía, mis lágrimas corrían por mis mejillas y mis pequeños brazos temblaban sobre el barro. Estaba solo en el mundo, completamente solo, aunque tuviera a mi madre, sin embargo ella no debía de batallar por mí. No era un cobarde, nací para la guerra y aquel enigmático caballero me miraba como si fuera su cachorro. Me dio una gran lección mientras le levantaba del fango. Mi rostro estaba machacado por los golpes de estúpidos sin remedio.-Te odian, te desprecian, porque en su fuero interno no soportan que seas superior a ellos. El egoísmo les mueve, les mueve mi pequeño niño.-Susurró pegándome sobre su pecho.-Te enseñaré a no caer ante palabras de necios, a saber amar a las personas sin dañarte y elegir bien a tus aliados.-Masculló.-Sé que puedes llegar a ser un gran guerrero, pequeño mío. Ahora deja de llorar.-Dijo limpiándome las lágrimas.
-Maestro, tengo miedo de ser frío.-Mascullé mientras me alejaba de él. Recuerdo aún sus manos sobre mis hombros, sus ojos clavándose en mí y su empeño porque madurara. Deseaba realmente que afrontara mis problemas y que no huyera de ellos.
-No serás frío, te mostrarás impasible. Jamás dejarás de ser tú, tan sólo serás más fuerte, cuando encuentres a alguien adecuado tómalo hasta el último aliento. Tan sólo debes aprender a saber a quien das tu confianza y quien merece tus sollozos. Invierte el dolor, conviértelo en fuerza y amor. Haz tus propias reglas, reglas justas contigo y con el resto, luego tatúatelas en tu alma.-Murmuró tomándome de la mano.
Caminamos durante horas, la lluvia caía sobre la ciudad y sobre nuestros cuerpos. Él conversaba sobre filosofía, historia y la belleza enigmática de las metas logradas. Era distinto a todo y a todos, quería ser como él y al final lo he logrado. He sabido hacer mi propio clan, confío mis secretos más íntimos a un número reducido de personas y los insultos junto a las palizas ya no me dañan…me hacen más fuerte y que me aferre más aún a la lucha. No he vuelto a llorar por el daño de personas que jamás se merecieron mis lágrimas, tan sólo en momentos críticos cuando la soledad puede conmigo y deseo los labios de mi amante…tan lejos. Él tenía veinte años, un año menos que yo ahora, y yo tan sólo nueve años. Vivía cerca de mi barrio y solía conversar conmigo como con un igual. Siempre le tendré en mi mente. Él fue quien me puso el nombre de Lestat, porque debía matar a los lobos…los lobos que devoraban mi alma y mi futuro. Desgraciadamente se mudó tres años más tarde, después de bautizarme. No sé donde estará ahora, tampoco me importa pues yo lo llevo en mi mente…en los recuerdos que jamás se borraran.
-Maestro, tengo miedo de ser frío.-Mascullé mientras me alejaba de él. Recuerdo aún sus manos sobre mis hombros, sus ojos clavándose en mí y su empeño porque madurara. Deseaba realmente que afrontara mis problemas y que no huyera de ellos.
-No serás frío, te mostrarás impasible. Jamás dejarás de ser tú, tan sólo serás más fuerte, cuando encuentres a alguien adecuado tómalo hasta el último aliento. Tan sólo debes aprender a saber a quien das tu confianza y quien merece tus sollozos. Invierte el dolor, conviértelo en fuerza y amor. Haz tus propias reglas, reglas justas contigo y con el resto, luego tatúatelas en tu alma.-Murmuró tomándome de la mano.
Caminamos durante horas, la lluvia caía sobre la ciudad y sobre nuestros cuerpos. Él conversaba sobre filosofía, historia y la belleza enigmática de las metas logradas. Era distinto a todo y a todos, quería ser como él y al final lo he logrado. He sabido hacer mi propio clan, confío mis secretos más íntimos a un número reducido de personas y los insultos junto a las palizas ya no me dañan…me hacen más fuerte y que me aferre más aún a la lucha. No he vuelto a llorar por el daño de personas que jamás se merecieron mis lágrimas, tan sólo en momentos críticos cuando la soledad puede conmigo y deseo los labios de mi amante…tan lejos. Él tenía veinte años, un año menos que yo ahora, y yo tan sólo nueve años. Vivía cerca de mi barrio y solía conversar conmigo como con un igual. Siempre le tendré en mi mente. Él fue quien me puso el nombre de Lestat, porque debía matar a los lobos…los lobos que devoraban mi alma y mi futuro. Desgraciadamente se mudó tres años más tarde, después de bautizarme. No sé donde estará ahora, tampoco me importa pues yo lo llevo en mi mente…en los recuerdos que jamás se borraran.
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