Imagen MANA SAMA idolo de masas y que decir... mi novio es igual que él...puedo babear? sí, yo creo que sí.
El tacto del vampiro
Tócame y sácame de dudas
Haz que el vacío se llene de luz
Y que el mundo pierda el aroma
Mientras me anclas a tu cruz
Te arrojé a la cama y desnudé con rapidez tu cuerpo, más bien te arranqué la ropa. Sonreías encantado, lleno de placer, y buscabas en mis ojos algo a lo que aferrarte. Respirabas entrecortadamente y tu entrepierna ya no podía negar lo evidente. Eras mío, dulcemente mío. Besé tu torso y lamí tu vientre mientras suplicabas que te lo hiciera lento, querías alcanzar el cielo. Tus dedos dibujaban la comisura de mis labios y yo dejaba a relucir mis colmillos, esos que tanto miedo te dieron una vez. En un alarde de deseo, tal vez de necesidad absoluta, me agarrarse con una de tus piernas atándola a la cintura. Me enredé a tus sedosos cabellos, mientras fundía mi aliento con el tuyo en un alocado beso. Aproveché los juegos para masajear más allá de tus nalgas, tan firmes y delicadas que me hicieron enloquecer. Quería entrar en ti, unirme al calor de tu cuerpo, y hacerte ver quien dominaba la situación. Tus ojos pétreos tenían luz y me cegaban en cada mirada. Entonces entré firme y sin rodeos, gritaste y tu voz se expandió por toda la habitación. Pedías que fuera tierno, que hubiera perdido la razón y gritabas para luego susurrar tus jadeos. Mordí tu cuello poseso de lujuria para luego aumentar el ritmo, uno que no podías seguir. Tu boca se abría pidiendo aire que yo te quitaba con el placer, no podías respirar por culpa de tus profundos gemidos. No te di tregua hasta descargar mi pasión en ti, te diste por vencido y dejaste que la paz llegara a tus partes bajas. Fuiste exquisito y jamás te olvidaré, aunque seas chico de una sola noche y nunca sepas que probaste el aliento de un vampiro.
Tócame y sácame el dolor
Haz que todo se desvanezca
Y que a la vez se llene de ti
Gracias a tu gran destreza
Dame tu mano, dámela y guíame hasta las entrañas de la tierra…allí átame a tu cuerpo.
Y que el mundo pierda el aroma
Mientras me anclas a tu cruz
Te arrojé a la cama y desnudé con rapidez tu cuerpo, más bien te arranqué la ropa. Sonreías encantado, lleno de placer, y buscabas en mis ojos algo a lo que aferrarte. Respirabas entrecortadamente y tu entrepierna ya no podía negar lo evidente. Eras mío, dulcemente mío. Besé tu torso y lamí tu vientre mientras suplicabas que te lo hiciera lento, querías alcanzar el cielo. Tus dedos dibujaban la comisura de mis labios y yo dejaba a relucir mis colmillos, esos que tanto miedo te dieron una vez. En un alarde de deseo, tal vez de necesidad absoluta, me agarrarse con una de tus piernas atándola a la cintura. Me enredé a tus sedosos cabellos, mientras fundía mi aliento con el tuyo en un alocado beso. Aproveché los juegos para masajear más allá de tus nalgas, tan firmes y delicadas que me hicieron enloquecer. Quería entrar en ti, unirme al calor de tu cuerpo, y hacerte ver quien dominaba la situación. Tus ojos pétreos tenían luz y me cegaban en cada mirada. Entonces entré firme y sin rodeos, gritaste y tu voz se expandió por toda la habitación. Pedías que fuera tierno, que hubiera perdido la razón y gritabas para luego susurrar tus jadeos. Mordí tu cuello poseso de lujuria para luego aumentar el ritmo, uno que no podías seguir. Tu boca se abría pidiendo aire que yo te quitaba con el placer, no podías respirar por culpa de tus profundos gemidos. No te di tregua hasta descargar mi pasión en ti, te diste por vencido y dejaste que la paz llegara a tus partes bajas. Fuiste exquisito y jamás te olvidaré, aunque seas chico de una sola noche y nunca sepas que probaste el aliento de un vampiro.
Tócame y sácame el dolor
Haz que todo se desvanezca
Y que a la vez se llene de ti
Gracias a tu gran destreza
Dame tu mano, dámela y guíame hasta las entrañas de la tierra…allí átame a tu cuerpo.
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