miércoles, 26 de septiembre de 2007

Diario





Llegué a mi dulce hogar después de una jornada de cacería por mi jardín salvaje. Sentí que Louis estaba en la gran sala, la cual teníamos como biblioteca, sus hermosos ojos verdes se paseaban entre las líneas de uno de los libros de poesía. Llegué y colgué mi capa junto a mi sombrero, sonreí ampliamente al verlo mientras entraba por el pasillo. Tenía los cabellos sueltos sobre su camisa blanca, una sonrisa melancólica como siempre en sus labios mientras su cuerpo pedía a gritos mis caricias. Me apoyé en el marco de la puerta y él deslizó su mirada hacia mí, recorrió mi cuerpo y quedó serio.

-¿Lees?-Dije algo evidente, aunque parecía estar abstraído en otro mundo.

-Sí, poesías. Son los más hermosos que he leído.-Cerró el libro dejándolo a un lado.

-A mi no me parecen hermosos, jamás me pareció hermosa una poesía.-Murmuré sentándome a su lado.

-Eres un insensible.-Respondió algo furioso.

-Amo más otros manjares, son mejores y dejan un placer extraño en mi cuerpo.-Susurré aproximándome a su cuello.

-Claudia puede volver.-Murmuró apoyándome sus manos en mis hombros, me apartaba.

-Je t’aime cher, je t’aime.-Susurré abatiendo sus fuerzas, besé su cuello y pasé mi lengua suavemente por su delicada piel.

-No.-Insistió.

-Vamos Louis, vamos.-Dije buscando sus labios para apoderarme de su boca. Mis brazos se convirtieron en cadenas, una de mis manos se deslizaron entre las telas de su blusa y la otra rodeó su cintura. Mi lengua se volvió loca en aquel palacio, le regalé parte de mi sangre y él gimió al instante dejando a relucir lo que realmente sentía. Entonces sentí sus dedos jugueteando entre mis cabellos dorados. Paré aquella locura y contemplé la excitación de su rostro.-Mi buen amante, mi querida criatura, vayamos a crear un infierno en este palacete.-Susurré bando mi mano derecha hasta su entrepierna.-Te deseo y me deseas.-Apreté las yemas de mis dedos sobre su abultado miembro.-Dime que no lo deseas y me estarás mintiendo.-Murmuré.

-Esta bien, Lestat hazlo.-Balbuceó excitado. Su mirada estaba colapsada por la lujuria mientras se mordisqueaba el labio.

-Ven conmigo cher.-Dije sonriendo victorioso. Mi deseo también crecía y necesitaba saciarme de él.

Tiré de él y se tambaleó abrazándose a mí, mordí su cuello y bebí parte de su sangre; luego él hizo lo mismo. Los besos se prolongaban mientras nos desnudábamos hasta nuestra cama. Era un hermoso lecho con dosel y ropas de roja seda. Su piel contrastó contra las sábanas mientras su entrepierna se endurecía. Lamí entonces su torso, me dediqué a regalarle segundos de besos y caricias, hasta que bajé hasta sus nalgas y las mordí levemente. Recorrí su miembro con mis labios y lo recogí en el calor de mi boca. Gemía, ellos me devoraban por completo, y sus manos se aferraban al colchón.

-Quiero tenerte dentro.-Susurró mientras elevaba una de sus piernas sobre mis hombros, besé suavemente su tobillo y me aproximé a su entrada. Introduje dos de mis dedos, los sumergí por completo y giré. Di un pequeño masaje en la zona y aquella selva amazónica que tenía por pupilas me arrebataron el aliento.

-Me tendrás, me tendrás.-Dejé de jugar y fije mi mirada en la suya, entonces introduje mi miembro totalmente erecto en él.-Ya estoy Louis.-Dije en medio de un jadeo. Mi ritmo fue lento al principio para luego comenzar el tormento. Su garganta se desgarraba por culpa del enorme placer que le provocaba. Giré entonces su cuerpo, para recostarlo a un lado, luego me tumbé a su lado y regresé a apoderarme de él.-Je t’aime.-Susurré atándome a su torso, mi cadera se volvió loca y el ritmo fue imposible.

-Me vas a romper.-Rechistó cuando posé mis colmillos nuevamente sobre su garganta.-Pero no pares.-Murmuró.

Durante un par de minutos el mundo se desvaneció, tan sólo existía el calor de su interior y la sangre que nos regalábamos. Compartíamos sangre y obscenidades. Mis manos se volvieron garras ancladas a su entrepierna, le masturbaba y él temblaba. Louis estaba demasiado desatado aquella noche, jamás lo vi así. Cuando su esencia se vertió en mis dedos y yo entre sus nalgas. Tras esto besó mis labios y se recostó sobre mi torso, me sentí un Dios en medio de los campos Elíseos. Minutos después oí los pequeños y silenciosos pasos de Claudia sobre el parquet, sin embargo no salí a su encuentro sino que me quedé pegado a él.

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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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