Recuerdo cómo nos conocimos, teníamos cuatro años y nos peleábamos por un oso de peluche. Me empujaste y yo te empuje, comenzamos a pellizcarnos hasta que nos separaron. Después de aquello nos hicimos amigos, hermanos mejor dicho. Sonrío al recordar los juegos, los personajes que interpretábamos y el duelo de miradas cuando nos enfadábamos. Sin duda fue y ha sido la mejor época de mi vida. Me traste como a un igual, pensabas que era como tú y no tenía ningún problema. Recuerdo tus cabellos negros, tus ojos marrones y tu piel dorada junto a tu sonrisa pícara.
-Ángel vayamos a molestar a las niñas.-Decías con sonrisa pícara.
-¡Sí!-Respondía encantado con la idea.
-¡Le echaremos grillos!-Gritabas calle a bajo, corría tras de ti y te agarraba del brazo.
-Mejor lagartijas.-Decía entre risas mientras guiñaba un ojo.
No veías diferencia, ninguna había ante ti. Años más tarde me encontraste algo cambiado, tenía trece años y físicamente no era ese amigo de juegos. Una lágrima bañó tu rostro, pensaste que te había engañado y reído de ti. Observaste a un chico con algo de forma femenina y yo temblé ante tu odio enmascarado con seriedad.
Nos volvimos a ver tras cinco años más tarde… y me miraste distinto, volví a ser tú hombre, aquel chico de ojos tristes y sonrisa escondida tras una ironía. Tenía dieciocho años, al igual que tú, y me miraste conmocionado por los recuerdos. Te quedaste en silencio, no preguntaste y tomamos un refresco…luego dejé de saber de nuevo de ti.
Me gustaría que ahora me vieras con traje y corbata, con la mirada firme y expectante a la vez…
¡Demonios! Me gustaría saber de tu vida y explicarte qué pasó conmigo. Me gustaría sentarme en una terrada de un café, verte tras las monturas de mis gafas de sol y sonreír…brindar con un capuchino por nuestra vida, nuestro futuro.
-Ángel vayamos a molestar a las niñas.-Decías con sonrisa pícara.
-¡Sí!-Respondía encantado con la idea.
-¡Le echaremos grillos!-Gritabas calle a bajo, corría tras de ti y te agarraba del brazo.
-Mejor lagartijas.-Decía entre risas mientras guiñaba un ojo.
No veías diferencia, ninguna había ante ti. Años más tarde me encontraste algo cambiado, tenía trece años y físicamente no era ese amigo de juegos. Una lágrima bañó tu rostro, pensaste que te había engañado y reído de ti. Observaste a un chico con algo de forma femenina y yo temblé ante tu odio enmascarado con seriedad.
Nos volvimos a ver tras cinco años más tarde… y me miraste distinto, volví a ser tú hombre, aquel chico de ojos tristes y sonrisa escondida tras una ironía. Tenía dieciocho años, al igual que tú, y me miraste conmocionado por los recuerdos. Te quedaste en silencio, no preguntaste y tomamos un refresco…luego dejé de saber de nuevo de ti.
Me gustaría que ahora me vieras con traje y corbata, con la mirada firme y expectante a la vez…
¡Demonios! Me gustaría saber de tu vida y explicarte qué pasó conmigo. Me gustaría sentarme en una terrada de un café, verte tras las monturas de mis gafas de sol y sonreír…brindar con un capuchino por nuestra vida, nuestro futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario