lunes, 24 de diciembre de 2007

Diario






Mil cánticos se apilaban en medio de la nada oscura y mientras tanto en mi mente se fraguaba la locura…lo indeseable, la esencia del hombre, olvidando la magia y apoderándose de la necedad. La libertad de la realidad marchitó a la fantasía y bajo mi cráneo sentía una apoplejía. Mercenario de besos inventados y caricias inexistentes me tuve que ver relegado a la frialdad de unas sábanas heridas por la soledad. Mis alas se debilitaron y mi bondad maléfica espiró…

Metáforas, mil metáforas

Para la perdida sublime del amor

Así me sentía, aturdido y solo sin una oportunidad en mi zurrón. Caminé vagando por el mundo regalando mi alma a cambio de caricias o miradas. Todos me dañaron y nadie me acogió en sus brazos, pocos me susurraron palabras de amor aunque fueran falsas. Era el ángel del desconsuelo, el Príncipe de la amargura. La locura había cesado y con ella mi brillo decadente. Bohemio en apariencias, enamorado en circunstancia y humanista resignado.

Nadie me amaba, nadie me amó, y todos a la vez me tuvieron en su lecho confesándome desazón por el amor que me profesaban…mentiras o mejor dicho frases de novela barata.

Pero como en todo cuento

Como en todo relato fantástico

Aparece el galán y salva a la victima de su propio victimismo y tragedia. Sin embargo yo era consciente de que tenía lo que merecía, que la promiscuidad de otras épocas me pasaba factura y que los sueños que una vez alguien posó en mí ahora yo era quien los anhelaba.

Si bien ese galán tenía oculto su rostro tras una máscara veneciana y no me importaba. Quería abrazarlo en mi lecho, acariciar su vientre y su espalda para poder dormir en paz. No pedía amor, no pedía nada, tan sólo un poco de cariño que me hiciera despertar cada noche. Mis lágrimas se vertían incesablemente, día tras día, al ver que no correspondía mis deseos más profundos. Solía recostarme en mi cama e imaginar una vida a su lado. Abrazaba mi almohada y me preguntaba qué no tenía para que no me amara. Hice mis planes para atrapar a ese ser, para poder tener tan sólo una palabra cómplice y poder quedar en paz. Mis dedos hábiles componían estúpidas frases de amor, aunque tan sentidas y vividas en mi imaginación que me hacían delirar.

Al fin después de mucho esfuerzo, demasiadas lágrimas y una terrible soledad caí en brazos de otro. Regalé el amor que guardaba por malos modos, gestos terribles y miseria. Me quedé atrapado en aquella burla absurda… tanto que en las noches más frías soñaba que era el otro ser que me abrazaba, que susurraba las sinfonías de amor y que me confesaba su amor. Era una tortura pues lo vi jugar con otros y salir con inepto que solo sabía dañar el intelecto de quienes los usamos.

Sin embargo aquel conjuro de mentiras se rompió y acabé tumbado junto a mí ser amado. Ser amado que suele susurrarme continuamente que soy lo que más ama, si bien ya no sé distinguir de la verdad y de la mentira…ya no sé nada…tan sólo sé que se quitó la máscara y pude ver el rostro de Dios.

1 comentario:

Maharet Reina Madre dijo...

Cielos!!!me has atrapado con tus letras...Maravillosas!!...Amo tu escritura...Ya tienes una lectora...Ferviente...Maharet...Desdelas mas profundas tinieblas...

{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD

Di NO a la Homofobia, la peor enfermedad