
A veces noto que mi aliento se entrecorta, quizás es por las locuras que recrea mi mente. Quiero correr entre la nieve, alzar mi espada y hundirla en los lobos para empezar todo desde el principio. Necesito caminar por las aceras de París, mi París, lleno de cafés y teatros donde revolucionar la mente. Mi alma se escurre por la noche y desaparece, me he convertido en un Dios sin nombre y con deseos de romper las reglas que me encadenan. Sé que pondré furioso a cientos, quizás a miles, que recordaré el dolor más profundo dormido en las ánimas de cualquier cementerio...
Quiero renacer y ser vuestro vampiro...el bohemio Lestat de Lioncourt... el guerrero de sentimientos llenos de desesperanza en busca de la bondad o la humanidad perdida.
Danzaré, crearé mi propio reino...conquistaré tierras sin tener que tocar ni una sola vida más...
Tengo sed de sangre, pero no la necesito...me he convertido en milenario con tan sólo doscientos años...
Me torturaré mil veces con mis planes para luego conquistar la cima de un escenario…quiero oír aplausos…aplausos…MÁS APLAUSOS.
Seré un vampiro disfrazado de humano que juega a ser vampiro ante los espectadores…
No es la primera vez que lo hago y ni mucho menos soy el primero que lo realizo… ¿te acuerdas Armand? ¿Quién empezó todo?...Yo te lo diré, te refrescaré la memoria, Nicolás.
Seré lo que queráis que sea, en la imaginación esta el poder…
Vuestro aliado
Vuestro enemigo
Vuestra fantasía
La realidad más cruda
Un mendigo de caricias
Un detestable muchacho de ojos vivaces
Nada…
Seré lo que queráis porque vosotros me imagináis…me dais vida y os la dais por el sentimiento que os provoco, aunque sea desacertada la idea que tengáis en mente y yo luche por destruirla, siempre es más divertido.
Miradme, admirad, tocadme y deseadme.
¿Veréis entonces en mis ojos lo que soy?
¿Qué existo de verdad?
¿Qué todo era cierto?
¿Cómo confirmaréis que no miento?
¿Qué soy un hombre de palabra?
¿Qué tengo el don Oscuro, la maldición de Amel, en la sangre?
¡Miradme! ¡Proclamadme Demonio! Dadme sangre y os regalaré el infinito junto a las estrellas…allí donde vagan los muertos.
Soy el Príncipe Malcriado De Los Condenados, El Rey De Los Imposibles…tan bello como hace más de doscientos años cuando corría por Auvernia…tan bello como cuando admiraba a Nicolás y bailaba a su alrededor movido por la música estridente de su violín.
¡Oh! ¡Sí! Seré vuestro Dios, porque no sabéis vivir sin uno, sois tan despreciables…
Quiero renacer y ser vuestro vampiro...el bohemio Lestat de Lioncourt... el guerrero de sentimientos llenos de desesperanza en busca de la bondad o la humanidad perdida.
Danzaré, crearé mi propio reino...conquistaré tierras sin tener que tocar ni una sola vida más...
Tengo sed de sangre, pero no la necesito...me he convertido en milenario con tan sólo doscientos años...
Me torturaré mil veces con mis planes para luego conquistar la cima de un escenario…quiero oír aplausos…aplausos…MÁS APLAUSOS.
Seré un vampiro disfrazado de humano que juega a ser vampiro ante los espectadores…
No es la primera vez que lo hago y ni mucho menos soy el primero que lo realizo… ¿te acuerdas Armand? ¿Quién empezó todo?...Yo te lo diré, te refrescaré la memoria, Nicolás.
Seré lo que queráis que sea, en la imaginación esta el poder…
Vuestro aliado
Vuestro enemigo
Vuestra fantasía
La realidad más cruda
Un mendigo de caricias
Un detestable muchacho de ojos vivaces
Nada…
Seré lo que queráis porque vosotros me imagináis…me dais vida y os la dais por el sentimiento que os provoco, aunque sea desacertada la idea que tengáis en mente y yo luche por destruirla, siempre es más divertido.
Miradme, admirad, tocadme y deseadme.
¿Veréis entonces en mis ojos lo que soy?
¿Qué existo de verdad?
¿Qué todo era cierto?
¿Cómo confirmaréis que no miento?
¿Qué soy un hombre de palabra?
¿Qué tengo el don Oscuro, la maldición de Amel, en la sangre?
¡Miradme! ¡Proclamadme Demonio! Dadme sangre y os regalaré el infinito junto a las estrellas…allí donde vagan los muertos.
Soy el Príncipe Malcriado De Los Condenados, El Rey De Los Imposibles…tan bello como hace más de doscientos años cuando corría por Auvernia…tan bello como cuando admiraba a Nicolás y bailaba a su alrededor movido por la música estridente de su violín.
¡Oh! ¡Sí! Seré vuestro Dios, porque no sabéis vivir sin uno, sois tan despreciables…
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