Hoy me sorprendí leyendo el periódico, nunca suelo detenerme en las esquelas pero esta vez me llamó poderosamente la atención la siguiente:
Eric Gómez Jiménez
Nacido: 20/8/85 Fallecido: 2/8/07
Se oficiará misa hoy día 4 de Agosto para rezar por su alma en la iglesia de San Miguel. Sus padres, primos, tíos, abuelos y amigos no le olvidan. Fue un joven con talento y que se le echará de menos, ha dejado un gran vacío en las vidas de todos los que lo conocieron. Fue un luchador pero no aguantó más la pesada carga de una batalla tan dura como la que se le presentó. Siempre te querremos y desearíamos cambiar el destino de tu vida para volver a oír tu voz en nuestros oídos, aunque siempre la llevaremos en nuestros corazones.
Dejé a un lado el periódico y comencé a llorar, mi rostro se bañó en lágrimas y no podía consolar mi alma. Comencé a caminar por el parque, estaba en silencio y mis pasos resonaban sobre la acera. En los árboles había un revoloteo de pájaros, el aire mecía la fragancia de un verano que aún no llegaba a su fin y el calor era insoportable en cada bocanada. Mi amplia camiseta se mecía sobre mi torso y mis cabellos se azotaban con el viento. Acabé recorriendo toda la ciudad hasta llegar al cementerio, allí me encontré con un gentío despidiendo al muchacho. Estaban todos los que alguna vez se cruzaron él y decidieron escucharle, quienes le dieron la vida y los que adoraban sus charlas sobre lo patético y frágil que era el ser humano. Padres, amigos, profesores, compañeros de clases y parte de la familia que pudo llegar a tiempo. Se lamentaban de no haber pasado más horas con él, de no haber sostenido aquella mirada imposible o haber entendido que le sucedía. Aceptaron lo que ocurría pero no podían comprender, él no les culpó ni se culpó a si mismo por ser transexual sino que siguió su rumbo.
Sí, le conocía, era un buen amigo y mi reflejo diario. Sabía de sus dolencias, del daño que le hacía la sociedad pero que era mínimo con su deseo de continuar en el mundo. Era un guerrero, no importaban los insultos pues no los aceptaba y acabó consiguiendo parte de sus sueños. Había logrado un papel médico para empezar la siguiente fase, las hormonas le cambiaron el carácter y le hacían estar más cercano, después la operación para apartar aquellos pechos y sentirse aún más hombre de lo que ya era. Jamás había visto a nadie con tanto empuje, con una fortaleza imposible de aplacar y un futuro plagado de sueños.
¿Por qué murió? Una paliza por un grupo de chicos que según ellos no podía ser un hombre, ellos lo veían como un travestido masculino y que era un ser despreciable. Él era alguien que no tenía miedo a expresar que era, decir la verdad en cada paso y mostrar una sonrisa en su rostro. La vida era un pulso diario, sin embargo comenzaba a ser feliz. Los estudios acabados, el carné de conducir en la mano y miembro de una banda de metal gótica. Así era él, distinto a todos y a todo, pero pocos conocieron realmente lo que era. Estos seres ya se habían enfrentado a él, había mostrado el coraje y había explicado que se confundían…no lo aceptaron y todos vieron como que era simplemente una opinión, una más de tantas y que debía ser aceptada. Días más tarde apareció con el cuerpo lleno de moratones, le habían dicho que le darían un escarmiento y lo hicieron. Aún guardaba en su cartera el número de teléfono de su abogado, había hablado con él sobre una denuncia por transfobia, si bien lo vio poco probable en un mundo de libertad de expresión.
¿Cómo lo conocía tan bien? Porque ese chico era yo. Me gustaba la lectura, escuchar a Metálica o Saratoga, sentarme en el parque bajo la sombra de un árbol y hablar sobre mis proyectos. Había un año que cumplí uno de mis sueños, saber tocar la batería, y ahora estaba logrando poco a poco otro, ser yo mismo. Mis padres lo aceptaron a regañadientes porque planté un par de huevos para conseguir el triunfo. No puedo parar de llorar viendo como meten mi cuerpo en un ataúd y este en un muro de hormigón. La lápida tiene puesta una de mis frases “Seguiré vivo gracias a mis ideales”. Mi pareja no puede más y yo deseo dar mi último beso, sin embargo sin cuerpo no puedo. Es un suplicio, nunca pensé que la muerte fuera tan cruel con un soñador. Simplemente espero que comentarios hirientes bajo opiniones humillantes no se propaguen por Internet, ni en las calles y mucho menos en el hogar; que actos como este no trunquen nuevas vidas y también que mis guerreros sigan luchando mostrando sus armas.
Eric Gómez Jiménez
Nacido: 20/8/85 Fallecido: 2/8/07
Se oficiará misa hoy día 4 de Agosto para rezar por su alma en la iglesia de San Miguel. Sus padres, primos, tíos, abuelos y amigos no le olvidan. Fue un joven con talento y que se le echará de menos, ha dejado un gran vacío en las vidas de todos los que lo conocieron. Fue un luchador pero no aguantó más la pesada carga de una batalla tan dura como la que se le presentó. Siempre te querremos y desearíamos cambiar el destino de tu vida para volver a oír tu voz en nuestros oídos, aunque siempre la llevaremos en nuestros corazones.
Dejé a un lado el periódico y comencé a llorar, mi rostro se bañó en lágrimas y no podía consolar mi alma. Comencé a caminar por el parque, estaba en silencio y mis pasos resonaban sobre la acera. En los árboles había un revoloteo de pájaros, el aire mecía la fragancia de un verano que aún no llegaba a su fin y el calor era insoportable en cada bocanada. Mi amplia camiseta se mecía sobre mi torso y mis cabellos se azotaban con el viento. Acabé recorriendo toda la ciudad hasta llegar al cementerio, allí me encontré con un gentío despidiendo al muchacho. Estaban todos los que alguna vez se cruzaron él y decidieron escucharle, quienes le dieron la vida y los que adoraban sus charlas sobre lo patético y frágil que era el ser humano. Padres, amigos, profesores, compañeros de clases y parte de la familia que pudo llegar a tiempo. Se lamentaban de no haber pasado más horas con él, de no haber sostenido aquella mirada imposible o haber entendido que le sucedía. Aceptaron lo que ocurría pero no podían comprender, él no les culpó ni se culpó a si mismo por ser transexual sino que siguió su rumbo.
Sí, le conocía, era un buen amigo y mi reflejo diario. Sabía de sus dolencias, del daño que le hacía la sociedad pero que era mínimo con su deseo de continuar en el mundo. Era un guerrero, no importaban los insultos pues no los aceptaba y acabó consiguiendo parte de sus sueños. Había logrado un papel médico para empezar la siguiente fase, las hormonas le cambiaron el carácter y le hacían estar más cercano, después la operación para apartar aquellos pechos y sentirse aún más hombre de lo que ya era. Jamás había visto a nadie con tanto empuje, con una fortaleza imposible de aplacar y un futuro plagado de sueños.
¿Por qué murió? Una paliza por un grupo de chicos que según ellos no podía ser un hombre, ellos lo veían como un travestido masculino y que era un ser despreciable. Él era alguien que no tenía miedo a expresar que era, decir la verdad en cada paso y mostrar una sonrisa en su rostro. La vida era un pulso diario, sin embargo comenzaba a ser feliz. Los estudios acabados, el carné de conducir en la mano y miembro de una banda de metal gótica. Así era él, distinto a todos y a todo, pero pocos conocieron realmente lo que era. Estos seres ya se habían enfrentado a él, había mostrado el coraje y había explicado que se confundían…no lo aceptaron y todos vieron como que era simplemente una opinión, una más de tantas y que debía ser aceptada. Días más tarde apareció con el cuerpo lleno de moratones, le habían dicho que le darían un escarmiento y lo hicieron. Aún guardaba en su cartera el número de teléfono de su abogado, había hablado con él sobre una denuncia por transfobia, si bien lo vio poco probable en un mundo de libertad de expresión.
¿Cómo lo conocía tan bien? Porque ese chico era yo. Me gustaba la lectura, escuchar a Metálica o Saratoga, sentarme en el parque bajo la sombra de un árbol y hablar sobre mis proyectos. Había un año que cumplí uno de mis sueños, saber tocar la batería, y ahora estaba logrando poco a poco otro, ser yo mismo. Mis padres lo aceptaron a regañadientes porque planté un par de huevos para conseguir el triunfo. No puedo parar de llorar viendo como meten mi cuerpo en un ataúd y este en un muro de hormigón. La lápida tiene puesta una de mis frases “Seguiré vivo gracias a mis ideales”. Mi pareja no puede más y yo deseo dar mi último beso, sin embargo sin cuerpo no puedo. Es un suplicio, nunca pensé que la muerte fuera tan cruel con un soñador. Simplemente espero que comentarios hirientes bajo opiniones humillantes no se propaguen por Internet, ni en las calles y mucho menos en el hogar; que actos como este no trunquen nuevas vidas y también que mis guerreros sigan luchando mostrando sus armas.
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