viernes, 7 de septiembre de 2007

Diario




-Mi amor, mi dulce y juvenil muchacho, estas a mis servicios y debes aprender la normativa.-Murmuré mientras lo contemplaba extasiado sobre el colchón, tan sólo estaba arropado por las sábanas negras que contrastaban con mi piel.

-Sí.-Musitó con la mirada perdida en sus pensamientos.

-Te he concebido para el placer de mi carne.-Me levanté de mi asiento, arrojé mi bata de seda roja a mis pies y caí sobre él. Mi cuerpo era de cera, tan blanco, y él aún tenía matices humanos. Le había mordido, no le convertí pero sí dejé presa su alma de mis encantos.-Vas a saber que es tocar el reino de los cielos y caer a las brasas del pecado.-Mi miembro estaba erecto, preparado para entrar en él, y mis dientes mordían delicadamente sus labios. Besé su cuerpo, lamí su torso y me sumergí entre sus nalgas. Mi lengua le hacía estallar en placer, un placer tan carnal como impuro. Ya no había sábanas cubriéndole, sus brazos estaban atados al cabezal y los míos a su cintura. Alcé una de sus piernas y sin decir nada le atravesé con mi espada. Su garganta se llenó de dolor, mi boca besaba el talón de su pierna izquierda que se posaba sobre mis hombros y mis caderas comenzaban el rito. Duró horas, una noche entera, mientras moría por mi dentellada. Hasta que decidí hacerlo mío, tan mío como de la propia eternidad.

Ahora yace satisfecho tras cien años de noble servicio y de entrega…porque le amo; aunque él no lo sabe, porque jamás lo he dicho.







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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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