Pienso en cada instante en ti, en lo hermoso que sería poseerte en cada momento. En mis días de soledad, aquellos en los que me refugio en mi mismo, sonrío al recordar las facciones de tu rostro. Sé que quizás no debería decirte esto porque suena ridículo, aunque deseo decirlo, pero tu alma es parte de la mía. Percibo cuando estas mal, cuando tus fuerzas flaquean y que en estos momentos quizás sueñas en medio de una tormenta. Muchas veces me he dicho de dejarte de amar, que te ato y te quito esas alas que tanto amo. En otras ocasiones deseo arrebatarte de tu pedestal y destrozarte con mis caricias. Me temo que te daño aunque no quiera, que eres demasiado frágil y a veces demasiado joven.
Dices que pasas una mala racha, racha que tú mismo puedes arrebatártela y darte vida. Sé que es mentira. Necesitas a alguien a tu lado y ese alguien soy yo, pero sin embargo me encuentro a cientos de kilómetros de distancia llorando. Quiero protegerte de todo, no sé si eso es noble o innoble por mi parte. Soy de los que piensan que cada cual se enfrenta a sus miedos, aunque no puedo dejarte solo. Necesito atarte a mí, guerrear por ti y sucumbir a tus encantos de varón. Eres un niño, un precioso regalo, y yo lo guardo en un estante para contemplarlo, para adorarlo. No quiero que nada carcoma tu mente, deseo que seas libre de todo mal y a la vez esclavo de mis brazos.
¿Recuerdas el mito del ángel y el demonio? Sí, aquel que inventé para ti. Érase una vez un ángel que se hallaba en un bosque y un demonio que sufría el dolor de su corazón pétreo, sus heridas eran cuantiosas y moría. El ángel encontró al demonio o el demonio encontró al arcano ser. Ambos se fundieron en un beso, en un ruego de amor. ¿Lo recuerdas? Yo dejé de ser el demonio, dejé de ser el sufrido por un daño interno intenso para serlo tú. Dices que tu mente no reacciona, que estas bloqueado y noqueado. Sé que no es cierto, sé que estas ahí y sé que tu alma grita. Mi amor, mi dulce pequeño, aprende a encontrar el camino hacia mí…búscame y yo te daré ungüento.
Me paso el día pensando en ti, en tus problemas y en dar solución a todo. Las lágrimas se vierten por mi rostro por la desesperación. No te encuentras bien y sé que te callas cosas para no atormentarte. Mi vida…estoy aquí para atormentarme por ti, para respirar gracias a ti y para sobrevivir por la esperanza que me da cada uno de tus te quiero. Lo único que tengo claro es que no te voy a dejar, no aceptaré jamás un abandono tuyo o una renuncia a esta locura. No. Jamás te haré caso si deseas marcharte, no te escucharé y te convenceré en que es mejor luchar contra los lobos codo con codo.
Dices que pasas una mala racha, racha que tú mismo puedes arrebatártela y darte vida. Sé que es mentira. Necesitas a alguien a tu lado y ese alguien soy yo, pero sin embargo me encuentro a cientos de kilómetros de distancia llorando. Quiero protegerte de todo, no sé si eso es noble o innoble por mi parte. Soy de los que piensan que cada cual se enfrenta a sus miedos, aunque no puedo dejarte solo. Necesito atarte a mí, guerrear por ti y sucumbir a tus encantos de varón. Eres un niño, un precioso regalo, y yo lo guardo en un estante para contemplarlo, para adorarlo. No quiero que nada carcoma tu mente, deseo que seas libre de todo mal y a la vez esclavo de mis brazos.
¿Recuerdas el mito del ángel y el demonio? Sí, aquel que inventé para ti. Érase una vez un ángel que se hallaba en un bosque y un demonio que sufría el dolor de su corazón pétreo, sus heridas eran cuantiosas y moría. El ángel encontró al demonio o el demonio encontró al arcano ser. Ambos se fundieron en un beso, en un ruego de amor. ¿Lo recuerdas? Yo dejé de ser el demonio, dejé de ser el sufrido por un daño interno intenso para serlo tú. Dices que tu mente no reacciona, que estas bloqueado y noqueado. Sé que no es cierto, sé que estas ahí y sé que tu alma grita. Mi amor, mi dulce pequeño, aprende a encontrar el camino hacia mí…búscame y yo te daré ungüento.
Me paso el día pensando en ti, en tus problemas y en dar solución a todo. Las lágrimas se vierten por mi rostro por la desesperación. No te encuentras bien y sé que te callas cosas para no atormentarte. Mi vida…estoy aquí para atormentarme por ti, para respirar gracias a ti y para sobrevivir por la esperanza que me da cada uno de tus te quiero. Lo único que tengo claro es que no te voy a dejar, no aceptaré jamás un abandono tuyo o una renuncia a esta locura. No. Jamás te haré caso si deseas marcharte, no te escucharé y te convenceré en que es mejor luchar contra los lobos codo con codo.
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