
Hoy como siempre me he sentido ofendido por el resto del universo. Estoy cansado, destrozado y aislado de todo. Pienso que en esta sociedad, capitalista y sin escrúpulos, no hay espacio para mí. Soy un solitario bohemio más perdido entre los callejones de esta detestable ciudad. La noche me abriga y me seduce con su compasividad mientras que mi cuerpo siente que le acaricia un alambre de espinos. Desearía aniquilar esas orbitas rellenas de luz de ira u odio, apagar sus miradas y no agachar mi cabeza. Tengo veinte años y estoy abrumado por la pasividad y el egocentrismo de algunos jóvenes de mi edad. En realidad parezco demasiado adulto en un mundo de crios inmaduros.
Mi vida es un desecho, un vertedero donde añadir bazofia. He encontrado en la soledad mi única guía y mi único consuelo. Suelo sentarme a leer diarios antiguos y esbozar una sonrisa con aquel ímpetu ante la miseria humana. Dicen que soy un estúpido, me gustaría verlos a ellos que no saben ni quien es Cervantes. Todos dicen tener cultura, pero no demuestran nada. Vivo en mi mundo interior, en un edén que nadie me arrebatará. A veces soy seducido por las letras y me creen gran amante, otras soy un vulgar ladrón de sensaciones que aplico a un personaje vacío pero encantador. Si bien soy un detestable ser que con sarcasmo suele herir a los más necios del reino. Mi legado será un par de libros mancillados con mis letras y una melodía que se escape de mis labios. El tacto de las baldosas bajo mis pies es un alivio, me he llevado toda la jornada buscando auxilio en mi mismo y me he cansado.
Os hablo detrás de una minúscula pantalla junto a un vaso con un refresco y unos folios viejos. Quizás nadie lea mis letras, son horribles y muera en el más absoluto silencio. Seré un pequeño río hacia la mar y mi agua se mezclará con la de prepotentes actores o malcriados niños de papá. Estoy en un estado de permanente decadencia y nadie lo nota. Sé bien porque me encuentro en este modo de pausa y es que no acepto que me humillen por mi condición sexual.
Me pregunto si no hay algo más importante de con quien me acuesto, a quien beso o cuales son mis gustos en la cama. Yo no voy preguntando a los viandantes cuántas veces hacen el amor con su pareja, si usan preservativo o que condición sexual ejercen. Jamás se me ocurriría decir a un hombre de negocios "oiga, ¿usted es gay?". Al diablo! No aguanto más esta presión, estas paredes que se caen encima una tras otra y las habladurías del barrio. A todos nos interesa la vida de los demás pero que sepa la nuestra no, que ironía. Hay un dicho que dice que no hagamos lo que no nos gustaría que nos hicieran... pues a mi me están cansando, me están amargando y yo jamás he estado hablando o conversando sobre quien ama a quien.
Un día explotaré, gritaré y enloqueceré para terminar en un psiquiátrico junto a una pandilla de estúpidos que por un título creen saber más que yo sobre el hombre. Lo que hace o deja de hacer el ser humano no esta en los libros. Jamás nadie a entendido a otro leyendo un libro de psicología, hay que escuchar para entender y a mi nadie me escucha...tan sólo yo mismo y a veces las letras cuando dejo constancia en una carta a mi amante. No tengo la culpa de ser homosexual, no tengo la maldita culpa. Pero todos parecen decir que sí, que así es, que nací con el cerebro deforme e invertido. Las palabras más crueles que puedan ustedes imaginar las he odio refiriéndose a mí, que casualidad que luego esa persona arde en deseos en estar en mi lecho bajo mis sábanas.
Mi vida es un desecho, un vertedero donde añadir bazofia. He encontrado en la soledad mi única guía y mi único consuelo. Suelo sentarme a leer diarios antiguos y esbozar una sonrisa con aquel ímpetu ante la miseria humana. Dicen que soy un estúpido, me gustaría verlos a ellos que no saben ni quien es Cervantes. Todos dicen tener cultura, pero no demuestran nada. Vivo en mi mundo interior, en un edén que nadie me arrebatará. A veces soy seducido por las letras y me creen gran amante, otras soy un vulgar ladrón de sensaciones que aplico a un personaje vacío pero encantador. Si bien soy un detestable ser que con sarcasmo suele herir a los más necios del reino. Mi legado será un par de libros mancillados con mis letras y una melodía que se escape de mis labios. El tacto de las baldosas bajo mis pies es un alivio, me he llevado toda la jornada buscando auxilio en mi mismo y me he cansado.
Os hablo detrás de una minúscula pantalla junto a un vaso con un refresco y unos folios viejos. Quizás nadie lea mis letras, son horribles y muera en el más absoluto silencio. Seré un pequeño río hacia la mar y mi agua se mezclará con la de prepotentes actores o malcriados niños de papá. Estoy en un estado de permanente decadencia y nadie lo nota. Sé bien porque me encuentro en este modo de pausa y es que no acepto que me humillen por mi condición sexual.
Me pregunto si no hay algo más importante de con quien me acuesto, a quien beso o cuales son mis gustos en la cama. Yo no voy preguntando a los viandantes cuántas veces hacen el amor con su pareja, si usan preservativo o que condición sexual ejercen. Jamás se me ocurriría decir a un hombre de negocios "oiga, ¿usted es gay?". Al diablo! No aguanto más esta presión, estas paredes que se caen encima una tras otra y las habladurías del barrio. A todos nos interesa la vida de los demás pero que sepa la nuestra no, que ironía. Hay un dicho que dice que no hagamos lo que no nos gustaría que nos hicieran... pues a mi me están cansando, me están amargando y yo jamás he estado hablando o conversando sobre quien ama a quien.
Un día explotaré, gritaré y enloqueceré para terminar en un psiquiátrico junto a una pandilla de estúpidos que por un título creen saber más que yo sobre el hombre. Lo que hace o deja de hacer el ser humano no esta en los libros. Jamás nadie a entendido a otro leyendo un libro de psicología, hay que escuchar para entender y a mi nadie me escucha...tan sólo yo mismo y a veces las letras cuando dejo constancia en una carta a mi amante. No tengo la culpa de ser homosexual, no tengo la maldita culpa. Pero todos parecen decir que sí, que así es, que nací con el cerebro deforme e invertido. Las palabras más crueles que puedan ustedes imaginar las he odio refiriéndose a mí, que casualidad que luego esa persona arde en deseos en estar en mi lecho bajo mis sábanas.
He empezado este diario porque creo que me ayudará, me hará decir lo que pienso ante el mundo oculto bajo un nombre inventado. No me culpen, yo al menos no visto una sotana y maldigo a todo aquel que es libre o no me adentro en la vida ajena para destrozarlos a golpes mientras deseo sus labios. Lo que deseo es al menos que no me tapen la boca y que mis palabras no se queden mudas ante la desvergüenza de algunos. Dicen que deben tenerme miedo, eso les dicen a los niños, pero yo digo que es más adecuado tener miedo a los homófobos pues al fin y al cabo yo no hago daño a nadie...tan sólo ofrezco mi amor a las personas que quiero.
Esto es todo, por ahora, no sé cuando volveré a vomitar lo que pienso...hasta otra.
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