
Imagen de Deviantart __Yaoi_50___no_8__Shounen__by_byouyuuken
Hace breves instantes meditaba sobre una cuestión que expresaba un joven. La cuestión era una de las tantas preguntas existenciales, aquellas que nos hacen reflexionar y necesitar un apoyo en la realidad. La pregunta en cuestión era sobre el mundo, qué era el mundo en realidad. La verdad es que todos tenemos una concepción distinta del mundo llena de prejuicios y valores infundados por una mala educación. Cuando comenzamos nuestro tránsito hacia la vida somos un libro en blanco, las páginas tienen una blancura tan pura como el rostro de la luna, y la tinta, que es el recorrido y los sentimientos descritos en cada instante, mancha sin remedio cada milímetro de papel. No lo notamos, es cierto, de que todo nos influye y somos animales subjetivos además de poco racionales. Lo cerebral, el pensamiento racional y la creatividad han dado paso a la subjetividad y al auge de plagiadores sin remedio. Copiamos todo, incluso formas de vida. Hemos creado un mundo parejo a las desigualdades, a los crímenes y convirtiéndonos a la vez en una milicia de clones que convergen en los mismos gustos.
Si tuviéramos que decirle a un pequeño que es el mundo lo haríamos de forma geográfica o quizás biológica. Le conversaríamos que es como una pelota algo ovalada, que en el hay tierra y agua que forman mares y continentes. Tendríamos que señalar las distintas razas, lenguajes y especies naturales -fauna y flora- para sentirnos satisfechos en decir que es el Planeta Tierra. En realidad estamos dando una información objetiva, aunque dudo que sea del todo correcta. Lo más probable es que destacáramos lo que nos agrada y obviáramos lo que detestamos. Influiríamos en pensamientos erróneos y quizás no sabríamos explicar todo tal como es. Es común que hacia ciertos países o tipo de personas tengamos un comportamiento distinto hacia otros. No es lo mismo hablar de África para un hombre sin ningún comportamiento racista que para un joven que tiene la cabeza centrada en ideas neonazi. Aquí vemos los prejuicios, esos juicios mal intencionados o no que creamos ante situaciones que puede no agradarnos o trasmitirnos ideas erróneas.
Sería distinto también hablar del mundo como una potencia económica, social o simplemente como una urbe completamente alejada de la humanidad. Tampoco es igual decir que un africano es igual que un europeo, no lo es por sus causas sociales. Hay que mirar el mundo de forma objetiva, trasmitir lo que es realmente y ver que debemos contar o hacer para cambiar la concepción.
Tampoco somos objetivos con las personas. Ayer mismo me juzgaron por mi forma de expresión, de transmitir ideas y contemplar el mundo. Me hizo sumamente gracia porque este joven no me conocía, no sabía quien era yo realmente y sin embargo hizo un juicio de “me cae mal”. La verdad es que es un inmaduro, no tiene vuelta de hoja. Según él sabía bien quien era yo, creo que no. Por una novela no conoces al autor, no sabes que le impulsó a hacerlo, es lo mismo que sucede si lee una carta mía a un editor o contempla un trozo de mi diario. Soy una persona que suele escuchar a todo el mundo, creo que es algo que se puede notar con tan sólo contemplar la relación que tengo con los míos. Hablo con quien desee que le escuche, tan sólo pido que me den el mismo trato. Soy objetivo hasta conformar en mi mente un vínculo con dicha persona. Intenté explicarle que no puede juzgarme, expresar lo que piensa de mí para poner en contra a otro joven. No me conoce, no conoce mi forma de ser o vestir. Nadie me conoce realmente, creo que tan sólo mi pareja y no del todo. Todos somos un pequeño mundo inexplorado, por lo tanto no se puede etiquetar a una persona como a un frasco de colonia.
Siempre hacemos cosas que creemos que están bien, pero en realidad es lo peor que podíamos haber realizado. Nos damos de divos, de tener toda la verdad en nuestro haber y poder destrozar al contrario. El egocentrismo, la banalidad, la envidia y la ira nos atrapan. Sin duda alguna somos alimañas o nos convertimos en ella. La urbe nos atrapa, es nuestro espacio mental, somos almas que vagan entre las aceras de alquitrán y los edificios de hormigón. Los sentimientos convergentes se entrelazan creando una tela de araña que nos asfixia y desorientan.
Nuestra realidad es distinta para cada cual, tenemos cristales distintos y terminamos siendo genios de una minúscula lámpara de aceite que espera una llama para estallar. Tenemos que estar abiertos a todos, aceptar al resto, contemplar el espejo y aceptar errores. Hay que tener humildad y acatar madurez en cada instante. Jamás debemos insultar, tomar las habladurías por ciertas o creer que tenemos la razón sobre cualquier tema. Sé que existen animales sociales que buscan pelea, van de importantes y terminan siendo el chicle pegajoso que no te deja seguir el camino. Te insultan, te llaman indigno y te destrozan…acabas cansado finalizando todo con un golpe a su flamante personalidad… pierden de nuevo una guerra y creen haber vencido. Siempre es bueno el diálogo, pero hay personas que no merecen que crucemos una palabra con ellos. Hay varios refranes sobre este caso: “lo que no te gusta para ti, no se lo des a otro” “Quizás no te guste alguien, ¿has pensado si a ese alguien le gustas tú?” “No juzgues si no quieres ser juzgado”. Jamás hay que ir de superiores, nunca debemos subestimar a alguien, tenemos que ser humildes e intentar conocer lo que nos rodea.
El mundo es un lugar extraño, tenemos concepciones distintas de él… todas son válidas y todas fracasos absolutos. Tenemos que añadir todos una parte, somos un puzzle y cada cual una pieza. Descalificar y odiar a otros por su estilo de vida o vocabulario es un error. Tan sólo hay que tener en cuenta la ortografía de una persona o su comportamiento ante un escrito si es alguien que dice ser “escritor” o “novelista”. Hay que juzgar una obra de arte, no al artista, y siempre desde un punto de vista razonado además de educado…jamás intentar hundir a nadie, jamás humillarlo, sino ayudarlo a mejorar. Yo soy novelista, me juzgan por mi forma de expresión sin conocerme en absoluto… ¿Juzgo yo a alguien sin antes conocerlo? No… además me juzgan por mi sexualidad…Idiotas intolerantes…alimañas urbanas de pacotillas.
En definitiva… el mundo es un lugar extraño lleno de bazofia y guerras… pero siempre te puedes encontrar cosas interesantes si no juzgas antes de intentar conocer al resto.
Si tuviéramos que decirle a un pequeño que es el mundo lo haríamos de forma geográfica o quizás biológica. Le conversaríamos que es como una pelota algo ovalada, que en el hay tierra y agua que forman mares y continentes. Tendríamos que señalar las distintas razas, lenguajes y especies naturales -fauna y flora- para sentirnos satisfechos en decir que es el Planeta Tierra. En realidad estamos dando una información objetiva, aunque dudo que sea del todo correcta. Lo más probable es que destacáramos lo que nos agrada y obviáramos lo que detestamos. Influiríamos en pensamientos erróneos y quizás no sabríamos explicar todo tal como es. Es común que hacia ciertos países o tipo de personas tengamos un comportamiento distinto hacia otros. No es lo mismo hablar de África para un hombre sin ningún comportamiento racista que para un joven que tiene la cabeza centrada en ideas neonazi. Aquí vemos los prejuicios, esos juicios mal intencionados o no que creamos ante situaciones que puede no agradarnos o trasmitirnos ideas erróneas.
Sería distinto también hablar del mundo como una potencia económica, social o simplemente como una urbe completamente alejada de la humanidad. Tampoco es igual decir que un africano es igual que un europeo, no lo es por sus causas sociales. Hay que mirar el mundo de forma objetiva, trasmitir lo que es realmente y ver que debemos contar o hacer para cambiar la concepción.
Tampoco somos objetivos con las personas. Ayer mismo me juzgaron por mi forma de expresión, de transmitir ideas y contemplar el mundo. Me hizo sumamente gracia porque este joven no me conocía, no sabía quien era yo realmente y sin embargo hizo un juicio de “me cae mal”. La verdad es que es un inmaduro, no tiene vuelta de hoja. Según él sabía bien quien era yo, creo que no. Por una novela no conoces al autor, no sabes que le impulsó a hacerlo, es lo mismo que sucede si lee una carta mía a un editor o contempla un trozo de mi diario. Soy una persona que suele escuchar a todo el mundo, creo que es algo que se puede notar con tan sólo contemplar la relación que tengo con los míos. Hablo con quien desee que le escuche, tan sólo pido que me den el mismo trato. Soy objetivo hasta conformar en mi mente un vínculo con dicha persona. Intenté explicarle que no puede juzgarme, expresar lo que piensa de mí para poner en contra a otro joven. No me conoce, no conoce mi forma de ser o vestir. Nadie me conoce realmente, creo que tan sólo mi pareja y no del todo. Todos somos un pequeño mundo inexplorado, por lo tanto no se puede etiquetar a una persona como a un frasco de colonia.
Siempre hacemos cosas que creemos que están bien, pero en realidad es lo peor que podíamos haber realizado. Nos damos de divos, de tener toda la verdad en nuestro haber y poder destrozar al contrario. El egocentrismo, la banalidad, la envidia y la ira nos atrapan. Sin duda alguna somos alimañas o nos convertimos en ella. La urbe nos atrapa, es nuestro espacio mental, somos almas que vagan entre las aceras de alquitrán y los edificios de hormigón. Los sentimientos convergentes se entrelazan creando una tela de araña que nos asfixia y desorientan.
Nuestra realidad es distinta para cada cual, tenemos cristales distintos y terminamos siendo genios de una minúscula lámpara de aceite que espera una llama para estallar. Tenemos que estar abiertos a todos, aceptar al resto, contemplar el espejo y aceptar errores. Hay que tener humildad y acatar madurez en cada instante. Jamás debemos insultar, tomar las habladurías por ciertas o creer que tenemos la razón sobre cualquier tema. Sé que existen animales sociales que buscan pelea, van de importantes y terminan siendo el chicle pegajoso que no te deja seguir el camino. Te insultan, te llaman indigno y te destrozan…acabas cansado finalizando todo con un golpe a su flamante personalidad… pierden de nuevo una guerra y creen haber vencido. Siempre es bueno el diálogo, pero hay personas que no merecen que crucemos una palabra con ellos. Hay varios refranes sobre este caso: “lo que no te gusta para ti, no se lo des a otro” “Quizás no te guste alguien, ¿has pensado si a ese alguien le gustas tú?” “No juzgues si no quieres ser juzgado”. Jamás hay que ir de superiores, nunca debemos subestimar a alguien, tenemos que ser humildes e intentar conocer lo que nos rodea.
El mundo es un lugar extraño, tenemos concepciones distintas de él… todas son válidas y todas fracasos absolutos. Tenemos que añadir todos una parte, somos un puzzle y cada cual una pieza. Descalificar y odiar a otros por su estilo de vida o vocabulario es un error. Tan sólo hay que tener en cuenta la ortografía de una persona o su comportamiento ante un escrito si es alguien que dice ser “escritor” o “novelista”. Hay que juzgar una obra de arte, no al artista, y siempre desde un punto de vista razonado además de educado…jamás intentar hundir a nadie, jamás humillarlo, sino ayudarlo a mejorar. Yo soy novelista, me juzgan por mi forma de expresión sin conocerme en absoluto… ¿Juzgo yo a alguien sin antes conocerlo? No… además me juzgan por mi sexualidad…Idiotas intolerantes…alimañas urbanas de pacotillas.
En definitiva… el mundo es un lugar extraño lleno de bazofia y guerras… pero siempre te puedes encontrar cosas interesantes si no juzgas antes de intentar conocer al resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario