miércoles, 6 de junio de 2007

Diario



Envuelto en una lejana melodía me adentré entre las ropas de tu lecho y toqué el cielo con las yemas de mis dedos. Tu piel aterciopelada, refrescada por el sudor, parecía excitarse en cada recorrido de mis manos. Sentía el calor de tu respiración caer sobre mi rostro, los aterciopelados labios que devoraba sabían a lujuria infinita mientras tus piernas se alzaban dando rienda suelta a mi deseo. Tu voz entrecortada, la respiración descontrolada que hacía mover tu torso y tu palpitante corazón lo decían todo. Los gemidos rozaban el techo embriagando cada rincón de la habitación.

Mientras todo ocurría el tiempo se detuvo en nuestro lecho, pero el mundo seguía muriendo. Tus caderas, recuerdo aún el movimiento de tus caderas, las agarraba con firmeza allanando las profundidades de tu cuerpo. Contemplaba tu rostro como un hermoso paraje del desenfreno, tus labios se abrían buscando aire para tanto calor mientras en tu mirada brillaba el Apocalipsis. Sentía tus dedos clavarse como dagas asesinas en mi espalda y aquello me enloquecía. Los cristales se empañaban; la luz mortecina de las luces de la ciudad dibujaba los contornos de tu débil estructura; los besos eran peligrosos mordiscos sobre tu garganta, como si fuera un mítico vampiro; el sudor te bañaba por completo al igual que la pasión. Veía como te estremecías entre mis brazos, las alas al paraíso, y como quedaste derrotado tras hacerte mío.

Lejos de nuestro universo, de nuestro pequeño edén, ciegos pretenden creer en lo que ven y necios comprender lo que jamás entendieron. Los insultos, las burlas, el dolor, la tragedia, la soledad, la enfermedad en sus cerebros llenos de pus, los intelectuales sin emociones válidas, los embravecidos con una historia creencia de la esencia varonil y todos aquellos desgraciados que se camuflan debajo de una esvástica la verdad que corroe su alma. Todos, sin excepción, desean destruirnos y hacernos caer en el pozo oscuro del terror. Lo que no sabe nadie, menos estos ingratos seres humanos, es que ambos estamos unidos por un lazo mucho más fuerte que la camarería. Nuestras risas son sus llantos; nuestro amor su quebranto; nuestro poder su asfixiante cuerda en el cuello; nuestro compromiso su aniquilamiento; nuestra verdad una daga de dolor intenso y sus falacias pura bazofia que no merece ser escuchada.

Dicen que somos el demonio mismo, que tenemos una contagiosa enfermedad y que acabaremos con la vida en el planeta tierra. Yo río ante sus estúpidas creencias. Somos demonios llenos de lujurioso amor, la enfermedad que contagia a los amantes sean cual sea su sexo, raza o religión. No importa nada mientras tenga tus labios, tu voz, tu mirada y el sabor de tu piel en la punta de mi lengua. Jamás dejaré que te separen de mí, eres mi alma gemela y no pienso desistir en la lucha diaria con seres estúpidos que mienten cuando hablan. Toma mi mano, camina a mi lado, como cualquier enamorado y sonríe a la noche donde nos desposamos. Deja que te posea como tú posees mi alma, te entrego todo lo que soy que es casi nada.

Para ti serán mis textos, mis tesoros ocultos de la infancia, las canciones que una vez tararé pensando en tu fotografía, el aliento que cae sobre tu ardiente piel, mi furia guerrera, las líneas de una poesía que jamás escribí, mis alas de Ícaro soñador, mi cuerpo para que lo uses como desees, los te amo que aún no he pronunciado, mi juventud junto a mi madurez y mi senectud, mis consejos de anciano escarmentado, una caja mágica donde la música no cesa, los libros aunque no los he escrito son parte de mi mente, las ropas de mi lecho, el colchón donde te haré mío entre mágicos besos, las sonrisas casuales ante tus locuras, la ironía y la sátira que llevo en mis venas ancladas, mis ropas demasiado grandes y oscuras, mis ojos negros que te espían desde cualquier punto de la habitación, el anillo de plata que guardo bajo la almohada, mis comentarios groseros sobre la televisión, los caramelos de fresa que yacen ocultos en el cajón de mi escritorio, los folios y la tinta que aún no he usado junto a un sin fin de sentimientos que anhelan tenerte bajo mi simiente. Te regalo todo, todo lo que poseeré y poseo, te lo doy en muestra de amor eterno porque te amo… aunque la palabra amor quedó como un estrecho parapeto ante la locura que en mis entrañas siento.

Vivo por ti, porque cada día sonrías y porque de mi mano conozcas lo que es la seducción de un vampiro.
Dedicado a mi pareja esta hoja de mi diario... y también a ese inculto nazi que ayer se topó conmigo y sólo decía incoherencias... va por ti chico... para ver si algún día tu mente deja de ser podrida

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Te he dicho cuanto te amo?

Eres maravilloso *-*, te lo aseguro.

Me encantaaaaaa *3*, es que a veces eres tan dulceeeee >w< aiiiinsssss como te quierooooooo

Te amooooooo *w*

{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD

Di NO a la Homofobia, la peor enfermedad