viernes, 10 de agosto de 2007

Diario







El juicio de la Muerte.








El latido del corazón era insoportable y bajo las tablas de su pecho bombeaban sin cesar. La nieve estaba cayendo sobre el manto que había dejado horas antes. La ventisca volvía a cubrir todo de nuevo y sus mejillas ardían sobre el blanco. Sus cabellos oscuros como la noche contrastaban con tanta pureza, sus manos estaban sobre aquel frío colchón como todo su cuerpo mientras la sangre brotaba de sus labios. Su corazón seguía vivo, intentando aguantar el dolor y la perdida de vida. La muerte estaba de pie junto a él, contemplándolo, con su guadaña feroz y sus manos sobre el mango de la hoja.

-Nos volvemos a ver.-Masculló con voz grabe la muerte sentándose sobre el tronco de un árbol caído.

-Como en cada batalla.-Balbuceó casi sin fuerzas.

-Pero esta vez no vengo a llevarme a tus hombres, a tus amigos o a alguien de tu familia.-Respondió con toque sarcástico.

-Lo sé, llévate mi alma lejos de mi cuerpo lo antes posible.-Susurró a duras penas.

-Estas confuso, no quiero hacerlo tan rápido. Me causa placer tu agonía, es extraño.-Dijo apoyando su testa sobre su mano huesuda.

-Cerdo.-Gruñó.

-Gracias.-Respondió notándose en esas palabras una risa burlona.-Me quedaré aquí durante horas para que rememores cada segundo de tu vida, todo lo que dejaste ir y amaste.-Dijo clavando la guadaña en la tierra con una sola mano.-Takeshi eras tan fuerte, tan aguerrido, aunque en realidad eras un niño perdido en un mundo de hombres. Mueres joven y muchos te recordaran como el sangriento, un samurai legendario y lleno de coraje con tan solo veinticinco años.-Susurró la muerte en tono más cercano, menos frío, pues lo conocía bien y había vislumbrado lágrimas en aquel guerrero en numerosas ocasiones.-Recuerdas a Tetsu, ese joven que manejaba la espada como nadie y que la clavaba sin compasión en sus enemigos. Aquel que una vez te juró protección, fidelidad y un amor incondicional. Ese que yo me llevé la pasada primavera ante tus narices mientras llorabas con la vista extraviada en el frente de batalla.-Dijo clavando mil dagas en la mente del torturado Takeshi.-Jamás le dijiste que le amabas, nunca demostraste lo que sentías y te involucrabas poco en sus deseos. Le besaste cuando moría, fue vuestro único beso. Dime ¿a que saben los labios manchados de sangre? ¿a muerte?-Susurró irónica.

-Desgraciada.-Dijo casi sin aliento.

-No, desgraciado seas tú. Tan sólo te recordaran por tus muertes y no por tus palabras amables; te tendrán en la memoria como hombre fuerte y noble, sin embargo no como el joven que adoraba contemplar las puestas de sol mientras meditaba. No te conocen en realidad, no te diste a conocer y te dejaste marchitar. La única persona que te amó realmente tuvo que morir junto a ti para que demostraras quien eres.-Parecía enfurecida, asqueada ante la vida del joven samurai.-Me has causado muchos problemas, demasiado trabajo y cada vez que te veía desde lejos deseaba que llegara este día.-Dijo alzándose de nuevo ante él.-Los hombres como tú parecen no tener miedo, dolor o cualquier padecimiento del espíritu; si bien son los más torturados y deprimentes pues temen lo que otros no. ¿Sabes que temes? O más bien ¿qué temías? Mostrarte como eres, sin tu coraza invisible y tu mirada de hielo. Ser un hombre y no un dios con el arma alzada. Gente como tú no debería vivir, sino morir y lentamente. La vida no la has disfrutado, te mereces disfrutar la muerte.-Comentó caminando lentamente hasta el cuerpo aún palpitante de Takeshi.

-No sabes nada de mí y me juzgas. No quise darle amor a Tetsu porque sabía que no era suficiente para él. Me alejé de la tumba de mi padre para emprender la lucha, lo que él y yo únicamente supimos hacer.-Respondió el moribundo.-Siempre me sentí inferior y quise demostrar que valía para ayudar a otros, a personas que merecían vivir sus vidas en paz y tener sus tierras protegidas. Juré honor y he seguido con él intacto, al igual que esta intacto mi amor por Tetsu.-Susurró con la voz apagada mientras brotaba de nuevo sangre de sus labios.-Ahora llévame contigo, llévame rápido, porque quiero unirme a mi amado lo antes posible. Sabía que estaba aún convaleciente, que me hallaba enfermo, por eso vine a este enfrentamiento, para morir y ser libre.-Comentó cerrando los ojos por el dolor tan terrible que padecía.

-No sabía eso, es interesante.-Dijo alzando la mano.-Tu hora llegó.-La hoz clavada junto a la piedra se alzó en el aire y la muerte la tomó entre sus garras. Entonces el espíritu de Takeshi emergió de su cuerpo.

-¿Ya? ¿Y la guadaña?-Masculló contemplando su cuerpo yerto sobre la nieve.

-Simple bastón de energía.-Susurró.-Ahora ven conmigo, caminemos hasta el prado pues te esperan allí todos los tuyos.-Comentó.

La muerte le llega a cada guerrero de forma distinta, porque distintos somos todos y las apariencias a veces engañan. No juzgues a la gente por lo que creas que muestran, sino por lo que te demuestran. Aprende a escuchar antes de hablar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Guerreros nacimos, y hasta el fin de la batalla no moriremos. La lucha no cesará hasta ver el alma de los enemigos retorcerse de dolor ante su desdichada vida, observandonos con el odio que poseeran en su eterno castigo.

Saludos Lestat,
IAN

{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD

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