Te amo
-¿Qué sientes cuando me besas?-Le pregunté mientras nos sentábamos en el césped del jardín cercano a mi casa.
-Miedo-Balbuceó profundizando en mi mirada. Su boca temblaba aún tras mi impulsivo deseo.
-¿Miedo?-Interrogué sorprendido, esperaba que dijera algo más apropiado que aquella palabra.
-Sí, a que nos miren y desprecien.-Era normal en él, se preocupaba por todo y solía tener preguntas en su interior que no acababa de comprender. Yo era su primera vez en todo, incluso con mis besos le daba sentimientos nuevo y momentos extraños.
-No, eso no importa, lo que importa es que sientas algo más que miedo. La sociedad es pretenciosa y espera que seas como ellos, aunque jamás puedas darle el capricho a todos y seas siempre el raro. Aprende a diferenciarte, a exponer lo que sientes y lo que deseas realmente. No te obligues a dejar de hacer algo por lo que vayan a decir los demás. Jairo, no somos distintos. Yo no me veo con un ojo en la frente, ni un brazo más o con la piel color azul...somos iguales que el resto de humanos aunque con sentimientos hacia el amor distintos. Amar no es un pecado ni es algo contra la naturaleza. Cuando te beso expreso un sentimiento, algo que deseo compartir lentamente contigo hasta quedarme sin aliento. Que no te importen las miradas, quizás son de envidia.-Sonreí tras mi monólogo ante sus hermosos ojos verdes, su mirada era intensa aunque llena de dolor ante una batalla que duraría hasta el final de su vida.
-En realidad no siento miedo, siento pavor.-Respondió apoyando su cabeza sobre mi hombro, sus cabellos castaños rozaron mi rostro y yo sentí el perfume de aquellas hebras de café.
-No, amor. Debes sentir amor o pasión.-Susurré besando su frente.
-Siento amor sin que me tengas que besar, tocar, mirar...solo con oír tu nombre, siento amor.-Comentó aferrándose a mí.
-Te amo-Susurré.
-Lo sé, yo también te amo. Ahora debo volver a casa, mi madre me espera.-Dijo algo nervioso y bastante apenado por tenerse que marchar.
-Hasta mañana.-Dije cuando se alejaba.
Jamás pensé que sería la última vez que lo vería con vida. Él llegó a casa, hizo una pequeña nota y la dejó pegada en la nevera con un pequeño imán. Luego tomó impulso y se arrojó por el balcón a más de quince metros de altura. Creo que olvidó que era un ángel sin alas y no podía volar...o quizás la sociedad y el miedo que tenía hacia ella le hizo desear la muerte. Yo le amaba tanto...tanto que no perdonaré las miradas hirientes que una vez lanzó la sociedad.
Dedicado a tantos que concluyen su vida por culpa de la mirada asesina de los ignorantes que creen llevar la verdad allá donde pasan.
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