jueves, 20 de septiembre de 2007

Diario







Su cuerpo descansaba sobre la cama, sus ojos estaban cerrados y su cuerpo desnudo. Tenía sus largos cabellos oscuros sobre la almohada, dispersos y empapados en sudor. Llevaba noches sin dormir, las pesadillas le agobiaban y al final cayó en los brazos de Morfeo. Parecía un encantador ángel o más bien un demonio con carisma de ángel. Su rostro era hermoso, complejo y perfecto. Sus labios eran dulces, embriagados por su aliento delicado y la humedad de su saliva. Días atrás había sido mancillado. En sus muñecas aún había pruebas de ataduras, entre sus nalgas había aún restos de aquel suplicio y no le permitían salir de aquella habitación. Le alimentaban con poco y nada, era un animal enjaulado.

Era un joven actor que viajó hasta la gran ciudad en busca de una oportunidad. Hermoso, delicado, risueño y bastante convencido de que podía conseguir lo que se propusiera entró en uno de los teatros. Había una pequeña función que necesitaba trabajadores para sus papeles más importantes. Se presentó en las tablas y maravilló a todos, fue contratado y a cambio tendría que hacer un pequeño acuerdo. Él aceptó sin preguntar que era, deseaba triunfar y conseguir brillar ante el público. Minutos después lo recogían en un coche con los cristales tintados. Le vendaron los ojos, no sabía que sucedía y alguien con malicia le susurró que era parte del trato. Más tarde se encontró en aquel lugar extraño donde profanaron su cuerpo.

Varios hombres se aproximaron a él, no veía nada y tan sólo sentía sus alientos en su cuello. Sus manos acariciaban su vientre y varias lenguas lamían su torso. Le habían amordazado, atado y cegado para que no se revelara. Disfrutaban de él y él sollozaba. Entonces pararon y un solo hombre se posó sobre su cuerpo, se sumergió en él sin preparación alguna y lo tomó. Durante horas fue violado, destrozado en cuerpo y alma. Días eternos en aquella circunstancia hasta caer en un profundo sueño. Su mente se evaporó junto a su alma porque no aguantaban tanto dolor.

Su bello cuerpo estaba amoratado de tanto golpe, de sus labios brotaba un hilo carmesí y su pecho se movía lentamente con entrecortada respiración. Habían domado a un animal salvaje, eso decían, y el jefe les pagaría bien por él. No sabía quien era el jefe, él tan sólo recordaba su brillante actuación en aquel diminuto local. Pensó por un instante en su madre, en su padre y en sus buenos amigos que había dejado en el pueblo. Ya había olvidado cuantos días llevaba allí, no sabía cuando era de mañana o noche, y mucho menos cuanto tiempo le restaba en la celda.

Despertó levemente, aturdido y cansado. Allí estaba su verdugo sonriendo. Era un joven de cabellos rubios, traje hecho a medida y sonrisa de diablo. Se aproximó a él y lo besó en la mejilla, él no hizo ascos a sus caricias porque no tenía fuerza. Se bajó la bragueta e hizo se succionara su miembro, los gemidos afloraron pronto de su garganta y su esclavo había aprendido a hacer cualquier cosa sin rechistar. Lo habían matado, tan sólo quedaba su cuerpo que es lo único que su amo amaba.

1 comentario:

Francisco Joaquín Marro dijo...

hermoso relato, tiene un toque erotico fascinante...

{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD

Di NO a la Homofobia, la peor enfermedad