miércoles, 12 de septiembre de 2007

Diario




Es de deviantart >_< pero no sé quien lo hizo...



I love YOU



Tus labios me dieron vida, la cual creí que yacía muerta como mi corazón pétreo. Hacía años que dejé de luchar, me armé con un escudo y quedé aislado del mundo. No deseaba más dolor, más miseria y derramar lágrimas por aquellos que no se merecen nada. Estaba oculto en medio de una sala de fiestas, no bailaba y tan sólo saboreaba la bebida. Merodeaba en busca de sexo, algo espontáneo y sin compromiso, pero apareciste tú deslumbrándome con tu vitalidad.

Tu pelo rubio se distinguía bajo la luz tenue del local. Me aproximé a ti en aquel antro de ambiente. Bailabas con varios chicos, no te importaba mientras siguieran el ritmo y yo te tomé de la mano sacándote del barullo. Tus ojos azules quedaron impactados ante mi descaro y mi sonrisa de canalla sin escrúpulos. Te tomé de la cintura sin decir nada, quizás te puse nervioso y sin saber qué demonios decir. Besé tus labios y abracé tu cuerpo, tú tan sólo te dejabas guiar. Pronto te convencí para hablar en un local más tranquilo, pero preferí llevarte a mi guarida. Preparé café y probé su sabor de tu boca. Caíste rendido a mis encantos y a mis vicios ocultos. Quizás te seduje por el resplandor de mis ojos verdes, por las palabras delicadas que compuse para ti o probamente porque eras como yo en busca de placer. Tomé tus piernas e hice que te aferraras de mis caderas. Nuestra respiración se hizo entrecortada mientras jugábamos, los besos se prolongaban y no deseaba ser tan rápido como con el resto. Me maravillabas.

Habían pasados interminables minutos y decidí llevarte a mi alcoba, allí nos esperaba una cama amplia y sábanas de una pureza exquisita. Te recosté sobre los almohadones y besé tu rostro, para luego dirigirme al cuello y después al pecho. Desabotoné tu camisa y te quité los pantalones con rapidez. Besé tu vientre y noté un escalofrío que te recorrió todo el cuerpo, sonreí observando tu rostro lleno de necesidad. Tomé tu miembro en mi boca mientras te agarrabas a las sábanas y gemías. Mis manos acariciaban tus nalgas y se introducían entre ellas. Tenías un busto hermoso y una piel suave. Con el resto no había sido tan delicado, tampoco con las mujeres de las que había gozado horas de placer. Eras especial, no sé aún el motivo. Preparé todo para sumergirme en ti y entré sin miramientos. Un grito de dolor preso de un jadeo se escapó de tu garganta. Mi ritmo fue lento sin embargo crecía por momentos, te aferraste a mi brazo y gemías llenando el ambiente con tu canto de deseo. Mis caderas se volvieron locas y el ritmo era imposible de mantener demasiado tiempo, dejaste que tu esencia se vertiera y manchara tu torso junto a mi camisa. Yo continué y mordí tu cuello para desplegar en tu ardiente trasero parte de mí. Caí sobre ti agotado y hechizado aún por tu belleza. No me había desnudado hasta entonces, quise sentir la tersura de tu piel. Los besos no cesaron, las caricias tampoco y todo era algo más ufano. Decidí que era hora de salir con alguien y dejar la cetrería, ya tenía treinta años y tú aparentabas apenas veintidós.

Al despertar aún tenía la sonrisa en mis labios, tú no estabas y jamás volví a encontrarte. Te he buscado como un loco desde entonces, ya van a ser dos años y no sé ni tu nombre. He dejado de ser quien era y ser alguien más maduro. Quiero encontrarte y pertenecerte al igual que tú me pertenecerás a mí en los lazos de un amor inesperado.

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