Me desvanezco en mi propia mente, dejo de existir para la realidad y quedo atrapado entre los muros de mi cerebro. Llamo como si fuera una sirena a viejos recuerdos, tan dulces como amargos, donde me veo siendo derrotado mil veces por el destino; aunque jamás caí al suelo, porque siempre me mantuve en pié. En esos instantes abrazo a mi subconsciente y beso a mis miedos, uno por uno, para sentir el grito frenético de mi otro yo clamando que luche de nuevo. Mis pensamientos son tan oscuros como mariposas negras y revolotean como aves de rapiña sobre mí.
Aunque entre todos ellos hay uno que destaca, uno que me destroza, y es el de perdida. No quiero perder, no otra vez. Mi cuerpo es tan sólo carne, hueso y arterias…mientras mi alma es energía que me da vida, el aliento necesario para continuar vivo, atándose a una sola persona. Mi amante es el motivo por el que sigo vivo, aquel que me ha hecho ser más fuerte y desear alcanzar la gloria. Me he enfrascado en una armadura contra la sociedad y mi única alma es el deseo de vivir. Quiero permanecer sobre la tierra mientras él esté a mi lado. Debajo de mis pies no hay nada, tan sólo tierra quebradiza y fangosa. Miro al mundo con desprecio buscando belleza entre las cloacas de cientos de individuos, allí donde descansan sus ideologías sin sentido y de deseos de ser igual. Soy extraño, tanto como ver el sol en pleno día, pero no importa porque sé que ganaré cualquier combate que desee emprender. Tengo el apoyo de mi pareja, lo tengo todo. Da igual si mi plan falla, luego puedo volver a casa y recostarme junto a sus fotografías o escuchar su voz tras el hilo del teléfono.
No sé cuándo o cómo lo tendré junto a mí uniendo nuestra materia, el aliento y los fluidos donde caminan las endorfinas. Quiero aferrarme a su cuerpo y hacerlo estallar en un placer sin comparación, que me mire fijamente y caiga rendido a mi poder o que sueñe entre mis brazos. Deseo tanto poseerlo como a un tesoro, porque eso es para mí. Es mi único bien, lo único que tengo, porque sin él no soy nada y tan sólo usaría mis manos para clavarlas sobre mi cuerpo. En momentos de desesperación me he arañado, me he vuelto un maldito loco o endiablado, que lleno de ira y de perdida dolorosa perdió el sentido o la razón. Necesito verlo, tocarlo, besarlo, hacerlo mío…sin importar nuestro físico, menospreciando todo, y tan sólo tomando como punto de partida la lujuria de nuestras miradas fundidas en un impacto brutal.
Sin él me quedaría encerrado en mi mismo contra mi voluntad, no tendría nada para enfrentarme en batalla eterna contra la muerte. Si se va de mi regazo imaginario, si se aparta de mi oído su voz mecánica tras cientos de kilómetros, sé que me arrojaría al vacío. Me da igual mi cuerpo, me volvería energía para atarme a él en cada noche y hacerlo gemir de placer. Le atormentaría con poesías de amor, con caricias en la madrugada y protegería de cualquiera que quisiera tenerlo de compañero. Es mío, tan mío como mi propio aliento o mi piel… yo soy tan suyo como sus propios dedos y sus labios jugosos que me desquician.
Aunque entre todos ellos hay uno que destaca, uno que me destroza, y es el de perdida. No quiero perder, no otra vez. Mi cuerpo es tan sólo carne, hueso y arterias…mientras mi alma es energía que me da vida, el aliento necesario para continuar vivo, atándose a una sola persona. Mi amante es el motivo por el que sigo vivo, aquel que me ha hecho ser más fuerte y desear alcanzar la gloria. Me he enfrascado en una armadura contra la sociedad y mi única alma es el deseo de vivir. Quiero permanecer sobre la tierra mientras él esté a mi lado. Debajo de mis pies no hay nada, tan sólo tierra quebradiza y fangosa. Miro al mundo con desprecio buscando belleza entre las cloacas de cientos de individuos, allí donde descansan sus ideologías sin sentido y de deseos de ser igual. Soy extraño, tanto como ver el sol en pleno día, pero no importa porque sé que ganaré cualquier combate que desee emprender. Tengo el apoyo de mi pareja, lo tengo todo. Da igual si mi plan falla, luego puedo volver a casa y recostarme junto a sus fotografías o escuchar su voz tras el hilo del teléfono.
No sé cuándo o cómo lo tendré junto a mí uniendo nuestra materia, el aliento y los fluidos donde caminan las endorfinas. Quiero aferrarme a su cuerpo y hacerlo estallar en un placer sin comparación, que me mire fijamente y caiga rendido a mi poder o que sueñe entre mis brazos. Deseo tanto poseerlo como a un tesoro, porque eso es para mí. Es mi único bien, lo único que tengo, porque sin él no soy nada y tan sólo usaría mis manos para clavarlas sobre mi cuerpo. En momentos de desesperación me he arañado, me he vuelto un maldito loco o endiablado, que lleno de ira y de perdida dolorosa perdió el sentido o la razón. Necesito verlo, tocarlo, besarlo, hacerlo mío…sin importar nuestro físico, menospreciando todo, y tan sólo tomando como punto de partida la lujuria de nuestras miradas fundidas en un impacto brutal.
Sin él me quedaría encerrado en mi mismo contra mi voluntad, no tendría nada para enfrentarme en batalla eterna contra la muerte. Si se va de mi regazo imaginario, si se aparta de mi oído su voz mecánica tras cientos de kilómetros, sé que me arrojaría al vacío. Me da igual mi cuerpo, me volvería energía para atarme a él en cada noche y hacerlo gemir de placer. Le atormentaría con poesías de amor, con caricias en la madrugada y protegería de cualquiera que quisiera tenerlo de compañero. Es mío, tan mío como mi propio aliento o mi piel… yo soy tan suyo como sus propios dedos y sus labios jugosos que me desquician.
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