viernes, 19 de octubre de 2007

Diario /Lestat

Dedicado












En medio de una cama de estilo árabe llena de satén rojo sangre junto a almohadones se hallaba desnudo, sin pudor, mi ángel de la seducción frente a mí el demonio de la lujuria insana. Tus cabellos azabaches acariciaban las almohadas y tu cuerpo se retorcía entre tus ataduras. Mi miembro comenzó a endurecerse rápidamente y sonreí maliciosamente. Comencé a tocarme frente a ti mientras clamabas que te dejara libre. Mis cabellos dorados resplandecían entre la luz tenue de las velas, mis ojos azules se anclaron en tus bosques y senderos de verde pureza. Di una carcajada al aire y me recosté junto a ti. Besé delicadamente tu cuello, dejé que mis colmillos acariciaran tu piel y susurré que no dejaras escapar ni una palabra o morirías. Mi boca devoraba la tuya, mi lengua se dedicaba a jugar enérgicamente junto a la tuya y tu respiración se volvió agitada.

Mis dedos marcaban líneas invisibles sobre tu torso, pellizcaban tus pezones y terminaron extasiados por la dureza de tu miembro. Olí tus cabellos y el aroma que desprendías por culpa de este ritual de vicio. Me deslumbraba tu belleza, una magnífica escultura de carne y hueso todo para mí. Sé que soy un maldito demonio, un chulo prepotente con un buen cuerpo y demasiado ego, sin embargo en tu mente llovían imágenes de carne trémula y lluvia de esencias. Mi saliva recorría entonces tu vientre hasta tu ombligo y allí se detenía. Los gemidos de tus labios comenzaron a forjarse y yo desenvainé mi espada, para luego atraparte con mis manos y acariciar tu paladar con mi miembro. En ese mismo instante te enamoraste de mí, de mi depravación y mi devoción por el calor de tu boca. Tus ojos se desorbitaban y mis garras se ataban a tus cabellos. Tu viperina amiga recorría mi entrepierna humedeciéndola y tragando aquel trozo de carne con gran excitación. Cuando te libré las manos y los pies te aferraste a mí, me mordiste el cuello sin traspasar mi piel y pusiste mis garras en tus nalgas. Tus jadeos me enloquecían, creo que los míos también a ti.

Te recosté con fuerza y pasión sobre la cama, la punta de mi lengua se clavó entre tus nalgas y mi saliva te corrompía. Mis manos masturbaban tu miembro y mi nombre se repetía cada vez con mayor frecuencia en tu boca. Jugaba contigo, jugaba descaradamente, con deseos de sexo. Sorpresivamente dejé de lamer tus partes para incrustarme en tus entrañas. Un alarido desgarró el ambiente. Mis caderas desgarraba tu entrada y tu boca acariciaba gemidos ahogados. La lujuria nos bañaba, nos prendía y tú te entregabas. Sabías a que te enfrentabas, soy el Príncipe del reino del pecado y la sangre. No hay reglas en mi cama, tan sólo dejar que tu mente vuele mientras tu cuerpo se meza entre las palmas de mis manos.

“Oh mon ami, Oh mon amur”

Mis caderas se descolocaban y tu cuerpo ardía. Terminamos en una sinfonía de gemidos, jadeos y una lluvia de esencias manchando nuestra piel. Disfruté de ti, disfrutaste de mí. Lestat volvió a ser el demonio rubio que desmorona a un ángel delicado. Te arrancaré las alas y te convertiré en un salvaje, sin embargo eres tan bello así…dormido entre mis brazos, saciado y cansado por lo que ha sucedido…que no puedo.

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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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