martes, 30 de octubre de 2007

Diario





Delicadamente soberbio es tu cuerpo y tu rostro un enigma por resolver. Renazco entre las llamas intentando poder tocar tu cuerpo y volver a contemplar tu sonrisa, como si fuera un espejo en medio de la nada. Me has devuelto la vida y no sé como pagarte esta felicidad. Han pasado tantos días desde aquella primera vez y la simpleza de la realidad nos consumía, decidimos enclaustrarnos en otro territorio inexplorado llamado imaginación o fantasía. Allí lideramos un clan, una familia, que creció y disminuyó con el tiempo quedándose relegada a lo que es hoy. Somos un reducto de locos fantasiosos, de Quijotes sin un Sancho que nos domine. Sin embargo, la esquizofrenia que sentimos es superior a la de ellos. Hemos logrado derrumbar una barrera que parecía impuesta por la infelicidad, si bien la dicha comenzó a abatirla y me sedujiste nuevamente como cuando quedé convertido en piedra ante tu magnificencia.

Tus armas para conquistarme no han sido espadas, dagas, mentiras o manipulaciones como otros han hecho. Sino la sinceridad, honestidad en cada palabra, el apoyo y la lealtad dados en cada segundo en los que deseé arrojarme por un precipicio, la ironía que desprendes ante una ráfaga de temor que se apodere de mí y tu forma de escucharme cuando la locura me atrapa. Sí, me has seducido no como otros con artes ocultas, no, sino con algo más eficiente y que me cautiva…la verdad. He podido escuchar tu voz diciéndome te amo, un te amo dulce y fuerte entre tus labios, también tu cautivadora mirada y tu ánima acompañándome en un nuevo esfuerzo cotidiano.

Aún no entiendo porqué te tengo, porqué se le concede un viejo sueño a este demonio, el porqué de tanta felicidad…y tengo miedo, un miedo atroz que me corrompe por completo destrozándome. Soy un niño asustado entre tus brazos, estoy desconcertado y aún no creo lo que esta sucediendo. Es como si la Antártica apareciera de entre la espuma del mar y yo pudiera arribar tierra con un pequeño velero, o como si la mismísima batalla de Troya finalizada ante mis ojos, e incluso como si la hermosa Pepa se firmara con mi rúbrica. Sin embargo tú eres mucho mejor que epopeyas clásicas de héroes, leyendas de tierras que tal vez hace demasiado tiempo fue parte del mapa del mundo o de ideas revolucionarias en una época demasiado arcaica.

No sé ni que digo, ni que hago, ni dónde estoy aunque sí sé en que pienso y es en tu sonrisa. Maldigo mil veces haberme alejado ante la decepción, la tragedia, que sucedió hace tanto. Pensé que no podría ser parte de tu vida más allá del amor de hermanos, un lazo firme y sin más pretensiones. Ahora parezco un viejo, un viejo que narra su vida y que cuenta como al fin en el ocaso de su existencia conoce el dulce beso del amor…de manos de la propia muerte. Pero tú no eres muerte, eres la dicha en persona y la vida que atesoras con tus manos sabias de iconoclasta artista. Sabes dibujar en mí la mejor de las pinturas, de tus creaciones, una sonrisa de iluso poeta o amante satisfecho por una sola caricia.

Sé que soy mendigo de atenciones, de sueños, de besos, de abrazos, de miradas cómplices y de un nefasto sentimiento de lucha por mis ideales. Que puedo estar alegre, aparentar estarlo, y sin embargo la pena me inunda con una facilidad tremebunda. Tú eres de las pocas personas que sabe cuando soy falso en mis ironías, cuando tan sólo sigo el juego de palabras y no ejerzo en ella ninguna dicha…cuando soy un ser obsoleto lleno del perjudicial humo de la melancolía más cruel.

Me han usado tanto, me han dañado tanto, se han reído tanto de mí y yo de ellos cuando les seguía el juego…me he sentido tan sólo aun estando en pareja que siempre acudía a ti. No sé si lo notaste pero tus conversaciones eran mi bálsamo, mi cura, para las heridas producidos por infames de ropas elegantes y mentiras vendidas por realidades. No soy nada, no tengo nada, sin embargo me ves lleno de dones y en realidad son sólo un reflejo de lo que eres.

A lo que quiero llegar es:

Tus labios me sumergen en una tormenta

Lluvia de sensaciones que creía yertas

En medio de la nada de un todo ensordecedor

Donde el tráfico y la mentira es lo que hay alrededor

Gires donde gires, mires donde mires…sólo ves eso

Una ciudad marchita llena de pequeños ataúdes

Donde las almas se derrumban sin sentir el exceso

Viviendo una vida incompleta de estúpidos huéspedes

Mi corazón late hoy a mil por hora sin detenerse

Mientras siento mi cuerpo junto al tuyo mecerse

En esta noria llamada locura, llamada a la vez amor

Que una vez nos produjo tanto temor

Sin embargo la belleza de tu mirada se apodera de mí

Sintiendo como tu alma me hace rescindir

De todo, de todo mí alrededor, quedando solo tu figura

Y con ella mis manos sobre tu cintura

Clavando mi mirada en la tuya

Mientras tu voz en un dulce canto me arrulla

Te amo

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