miércoles, 31 de octubre de 2007

Diario


Dibujo de Romanus... Ti amo... [cuando digo de romanus es hecho por romanus ¬¬ como lo tomen de aquí que esta bajo LCC mueren u.u yo advierto tan sólo]






Halloween


Me hallaba meditando sobre lo que acontecía, esa extraña diablura que de nuevo emanaba de mis pupilas. Estaba sentado en plena oscuridad y mis ojos parecían dos fogonazos en ella, la soledad me envolvía y el silencio machacaba mis tímpanos. Crucé mis brazos y eché hacia atrás la cabeza, mis cabellos dorados se desparramaron sobre el cuero del asiento y mi cuello. Comencé a reír al rato, cada vez más fuerte hasta que me di pavor a mi mismo. Era la víspera de la noche de todos los santos, la víspera del terror y la magia. Las brujas danzaban en medio de sus calderos y yo estaba allí aún sin saciar mi sed, riéndome de todo y nada.

-¿Se puede saber que haces con la luz apagada?-Le había percibido en el recibidor, sin embargo aún estaba enloquecido y tan sólo hacía caso al alubión de ideas que se agolpaban, una tras otra, bajo la tapa de mi cráneo. Era mi maestro con su abrigo negro y bajo este un traje chaqueta del mismo color junto a una camisa burdeos.

-Medito.-Mascullé con el ronroneo feliz de un felino.

-¿Meditar qué?-Dijo incrédulo, bastante pasmado ante la idea que yo, un alocado, meditara.-Tú jamás has pensado en nada, has sido impulsivo y ahora meditas. ¿Tanto te afecta mi compañía?-Murmuró caminando hacia mí con lentitud.

-Marius, sabes que no es así, simplemente es todo demasiado extraño para entenderlo.-Susurré mirando fijamente sus pupilas azules, su mentón bien formado, sus pómulos difuminados por el maquillaje y sus labios, tan sabios como seductores.

-¿Qué hay que entender? Es un sentimiento y no hay nada más irracional que los sentimientos humanos, y buena cuenta has dado tú por cada uno de ellos.-Dijo agachándose ante mí y apoyando sus brazos sobre mis piernas, sobre ellos su mentón y una sonrisa pícara se dibujó.

-Eso es lo que me aterra, me da pavor pensar en lo que sucede.-Dije acariciando su rostro para sentir el calor de su sangre, sangre que había robado de alguna estúpida y maldita victima.

-¿Tan terrible es?-Preguntó borrando la felicidad que emanaba y mostrando seriedad, mientras fruncía la frente arqueando las cejas.

-¡No! ¡Diantres no! Simplemente es distinto a todo lo que pude imaginar, lo que mi corta mente concibió una vez quedó en nada a lo que ahora poseo.-Dije tomándolo del rostro haciendo un amago para levantarme, él lo hizo primero y luego me abracé a su figura como si fuera mi única escapatoria.

-¿Sabes que eres terriblemente seductor cuando hablas de este modo?-Dijo acariciándome los cabellos, enredándolo entre sus manos níveas.

-No te burles de mí.-Respondí a punto de estallar en un llanto, un sollozo estúpido por tanta dicha.

-No me burlo, es la verdad.-Susurró besándome la mejilla, sintiendo sus labios al fin tras horas de intranquila espera.

-Tú me seduces en cada instante, cada momento a tu lado es un descubrimiento nuevo, y me descubro como un niño pequeño jalando de la manga de tu camisa.-Dije contando lo evidente. Bajé los párpados y respiré aliviado, sintiendo como sus manos recorrían mis hombros y luego mi espalda. Le miré fijamente y secuestré su boca con la mía en un arrebatado beso, un beso lleno de necesidad y amor.

-Caro mio vayamos a desmaquillarnos, ponernos ropas que usábamos en siglos pasados y atemoricemos a los mortales en esta noche que comienza. Mañana es día de difuntos, hoy es fiesta de descontrol carnal en la ciudad.-Comentó divertido mientras un destello de locura iluminó sus pupilas.

-¿Quieres que llame a los demás?-Pregunté rodeándole su cintura con mis brazos.

-No, quiero estar a solas junto a ti, disfrutar de tu compañía como no pude en otras ocasiones.-Susurró aproximando su boca, entonces fue él quien me besaba dejándome sin respiración.

-Je t’aime.-Dije dejando que sus cabellos se mezclaran con los míos y rozaran mi rostro.

-Ti amo Príncipe Malcriado.-Con aquellas palabras creí volver a los infiernos y sentir el azufre en mi piel, sí, en los depravados dominios de Memnoch donde la lujuria jamás se agota. Le deseé y deseé su amor siempre, jamás lo dormí del todo y días atrás lo avivé creando un averno bajo mi piel…un incendio de deseos satisfechos por aquella escueta frase.

1 comentario:

Francisco Joaquín Marro dijo...

Lindo cuento, y me ha hecho recordar lo turbados que podemos sentirnos ante una presencia avasalldora..si eso le pasa a un vampiro, mas aun a un atribuilado mortal como yo...jj

{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD

Di NO a la Homofobia, la peor enfermedad