lunes, 4 de junio de 2007

Diario



El pecado yace en mis manos mientras palpo tu piel, mi hermoso ángel. Necesito caminar bajo las ropas del lecho, ansío hacerte mío en el edén del pecado. Hagamos un pacto, yo el demonio te lo ruego, sé mi ángel negro en este reino de los infiernos. Ven y camina a mi lado, recorre los ríos de azufre mientras el mundo es escrutado por gárgolas atroces. Deja que tu cuerpo se abrase por mi respiración entrecortada, mientras jugueteo con tus cabellos que caen sobre la almohada. Muerde la manzana y yo morderé tu cuello, te haré mío para que perezcas hasta el nuevo anochecer. Soy el elegante cupido vestidos con ropajes de muerto, mis ojos oscuros escrutan los tuyos ensimismados en mi piel de hielo. Desnudo en el paraíso para mí, como un Dios arrullado por el cántico de la serpiente, sintiendo mi lengua recorrer tu torso.

Eres mi amante, no lo olvides, volveré cada noche para apoderarme de parte de ti. Me darás el elixir, aquel de la bella vida la cual ya no poseo, y poco a poco te haré un joven eterno. Lo que acometo esta penado, incluso por la Biblia negra, mas ya no hay marcha atrás porque te deseo. Este vampiro de aspecto aniñado, de ojos pardos y cabellos ondulados, este don Juan sin nombre alguno te mecerá entre sus garras bajo el dosel de tu cama. El leve terror de tus ojos no ocultan la excitación de tu rostro, esos labios ardientes y tu piel empapada lo dicen todo. No olvides que eres mío, tan mío como la maldición que porto, soy el rey de las tinieblas y el ángel de la locura. Desnúdate, acariciaré tu débil estructura y terminarás sintiendo la furia de mi cuerpo.

Sonríes, sé que sonríes, por las palabras que levemente te susurro mientras te poseo. He envenenado tu mente, corrompido tus entrañas y arañado tus sentidos. Arrojado estas en mí lecho, como harás a partir de ahora cada anochecer, emanando un perfume de animal exótico. Eres mi pajarillo, aquel que atrapé en mi último día de luz, y que canta melodías extrañas mientras le corto las alas. No te escaparás, te he construido un mundo únicamente para ti. Mira a tu alrededor, todo lo que ves te pertenece, deja que este vampiro te secuestre la virtud de la bondad llenándote de lujuria. El pecado, querido mío, se hizo para verterlo sobre tu vergel.

Te amo… lo sabes… sólo con una mirada… te atrapo en mi reino de las sombras…

Bienvenido a la prisión de mis manos…

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