Soy un espectro de la noche que habita un pequeño habitáculo en una ciudad sin nombre...
Podría empezar con estas líneas una novela cualquiera, si no fuera real. Sí, soy un espectro de la noche o al menos vago por ella más que durante el día. En medio de las sombras paso desapercibido y el sueño parece no acompañarme o atormentarme diariamente. Mi alcoba es mi mundo, últimamente no salgo de entre estas cuatro paredes. Los estudios no son mi lastre, ni mis esposas, sino más bien una escapatoria junto con la lectura si tengo que contrastarlo con el último año. Muchos han intentado hundirme, humillarme, hacer que no fuera nada, sólo polvo. He resurgido, con la misma fiereza que tiempo atrás, y me he convertido en un mito. Soy como quien dicen, un hombre alejado de todo y de todos, y ahora me aproximo tan sólo a mi amante junto con otros pocos que se merecen mi compaña.
Estoy pasando por una nueva crisis existencial sobre los pormenores de haberme lanzado fuera del armario. Todos han cambiado su actitud ante mí, al menos ya no son tan abiertos o quizás es mi imaginación. Los compañeros de clases me espían, vigilan e incluso les he pillado hablando de mí. Me parece genial ser la comidilla de unos cuantos ignorantes que no saben ni quien es Rojas. Mentes manipuladas por ideas insanas que se ríen del padecimiento ajeno, para que luego digan que el hombre es honesto y leal…ja. Esto me ha producido un declive, un dolor que me destroza.
Los desafíos con intolerantes, patéticos y demás payasos cirquenses me agotan. Aquellos a los que les tendí una mano ahora la muerden. No entiendo en que he cambiado, no lo sé, realmente soy el mismo de siempre y no otro. Soy el mismo chico huidizo de multitudes, el que suele leer libros de terror o eróticos mientras toma un trago más del café que se posa humeante en la mesa, aquel que corretea por la ciudad a paso prieto y a la vez se maravilla del mundo… ese que una vez fue uña y carne que ahora detestas. No lo comprendo.
Hace unos meses una mujer, sí mujer, porque ya tenía veintisiete años, dijo ser amiga mía y entenderme. Sus preguntas, su mirada, las bromas crueles y sobretodo las amistades que fue reclutando que me dañaban… decían todo lo contrario y dejaban mucho que desear como persona. Engañaba a todos con esa pose de mirada dulce, esa sonrisa falsa y sus palabras traicioneras. Me traicionó mil veces y expresó desengaño cuando lo que creía no era correcto. Estaba segura de que la amaba, cosa que era imposible por varios factores, y me acosó en su empeño de que era así. Cuando descubrió por sus propios medios, o quizás por mis palabras, de que no era realmente lo que ella creía me destrozó con burlas y vacío.
También tuve aquellos que se arrimaron para sacar provecho, porque no… es idiota y no se da cuenta o los que me tomaban como el espectáculo del cual mofarse. Dobles caras, dobles personas, mentiras y más mentiras. Odio que me mientan porque yo jamás lo hago, soy demasiado transparente para ello. A veces les sigo el juego durante meses, yo sé reírme de sus errores, pero luego termino haciéndolo en sus caras. Si bien no deja de dolerme.
Podría empezar con estas líneas una novela cualquiera, si no fuera real. Sí, soy un espectro de la noche o al menos vago por ella más que durante el día. En medio de las sombras paso desapercibido y el sueño parece no acompañarme o atormentarme diariamente. Mi alcoba es mi mundo, últimamente no salgo de entre estas cuatro paredes. Los estudios no son mi lastre, ni mis esposas, sino más bien una escapatoria junto con la lectura si tengo que contrastarlo con el último año. Muchos han intentado hundirme, humillarme, hacer que no fuera nada, sólo polvo. He resurgido, con la misma fiereza que tiempo atrás, y me he convertido en un mito. Soy como quien dicen, un hombre alejado de todo y de todos, y ahora me aproximo tan sólo a mi amante junto con otros pocos que se merecen mi compaña.
Estoy pasando por una nueva crisis existencial sobre los pormenores de haberme lanzado fuera del armario. Todos han cambiado su actitud ante mí, al menos ya no son tan abiertos o quizás es mi imaginación. Los compañeros de clases me espían, vigilan e incluso les he pillado hablando de mí. Me parece genial ser la comidilla de unos cuantos ignorantes que no saben ni quien es Rojas. Mentes manipuladas por ideas insanas que se ríen del padecimiento ajeno, para que luego digan que el hombre es honesto y leal…ja. Esto me ha producido un declive, un dolor que me destroza.
Los desafíos con intolerantes, patéticos y demás payasos cirquenses me agotan. Aquellos a los que les tendí una mano ahora la muerden. No entiendo en que he cambiado, no lo sé, realmente soy el mismo de siempre y no otro. Soy el mismo chico huidizo de multitudes, el que suele leer libros de terror o eróticos mientras toma un trago más del café que se posa humeante en la mesa, aquel que corretea por la ciudad a paso prieto y a la vez se maravilla del mundo… ese que una vez fue uña y carne que ahora detestas. No lo comprendo.
Hace unos meses una mujer, sí mujer, porque ya tenía veintisiete años, dijo ser amiga mía y entenderme. Sus preguntas, su mirada, las bromas crueles y sobretodo las amistades que fue reclutando que me dañaban… decían todo lo contrario y dejaban mucho que desear como persona. Engañaba a todos con esa pose de mirada dulce, esa sonrisa falsa y sus palabras traicioneras. Me traicionó mil veces y expresó desengaño cuando lo que creía no era correcto. Estaba segura de que la amaba, cosa que era imposible por varios factores, y me acosó en su empeño de que era así. Cuando descubrió por sus propios medios, o quizás por mis palabras, de que no era realmente lo que ella creía me destrozó con burlas y vacío.
También tuve aquellos que se arrimaron para sacar provecho, porque no… es idiota y no se da cuenta o los que me tomaban como el espectáculo del cual mofarse. Dobles caras, dobles personas, mentiras y más mentiras. Odio que me mientan porque yo jamás lo hago, soy demasiado transparente para ello. A veces les sigo el juego durante meses, yo sé reírme de sus errores, pero luego termino haciéndolo en sus caras. Si bien no deja de dolerme.
Esta página de mi diario, de mi secreto encuentro en las noches, la expongo porque estoy roto…como un títere indefenso en las manos de un ignorante. El mundo es una bazofia, las tinieblas me atrapan lentamente y terminaré siendo hijo de esta. Mi amante parece distraído en un sentimiento de dolor, de amargura, que no puedo apartarle y eso también me hace sentirme débil. Jamás voy a dejar de expresarme, jamás de luchar y nunca abandonaré el mundo antes de tiempo. Soy un vampiro o al menos mi corazón es así, quizás mi alma inmortal me hace pensar de este modo, porque jamás me derrotaran aunque el fuego devore mi cuerpo.
Fin de la transmisión
Fin de la transmisión
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