jueves, 6 de septiembre de 2007

Diario






Poeta



Su mirada emanaba desasosiego, una locura que le carcomía el alma. Parecía decidido a saltar, estaba al borde de un edificio de más de veinte plantas y la caída sería mortal. Quizás se creía un ángel o tal vez un demonio que tenía que poner fin a todo. Sonreía mientras la amargura bañaba su rostro, sabía que no podía vivir sin él.

Momento antes la felicidad bañaba su cuerpo, su alma estaba en paz y su mirada inquieta se deslizaba entre las palabras de su última poesía. Se creía invencible gracias al coraje y los pilares fundamentales que le sujetaban, pilares que tenían un nombre grabado a fuego...el de su amante. Era fiel a su deseo, a sus órdenes, y a veces le concedía demasiados caprichos. Le agradaba ver su sonrisa tras un día de enigmático sexo, el placer los bañaba y se sentía desbordado.

Sin embargo algo sucedió, los miedos de su compañero y el infortunio hicieron que surgiera una estúpida discusión...el fin de esta fue un te abandono, no te soporto. Ya no tenía palabras, no tenía muso, no tenía magia y mucho menos alma. Estaba desesperado, no escuchó a nada ni a nadie, no podía y mostró un brillo de locura en sus pupilas...

"si no lo tengo, no vivo...mi alma esta muerta y lo único que queda de mí es mi cuerpo. Estoy vacío y no puedo soportar el aroma que aún baña mi piel. Si te vas, yo me voy contigo".

Pero entonces algo ocurrió, algo que él no esperaba, tenía un pie en el vacío y una mano aguantando una de sus muñecas. Sintió la firmeza de aquel lazo, giró su rostro y vio a su ángel. Posó su pie sobre el muro, se giró y contempló su sufrimiento en el rostro de la persona que más amaba. Era un muchacho más joven, de piel más clara y suave, de estatura mediana, ropas oscuras ondeando al viento como sus cabellos y tras los cristales de sus gafas había lágrimas. Él era un muchacho de mirada huracanada de pensamientos desconcertantes, como era su ropa y andares, su piel era como la nieve y su mirada físico era corriente. Sin duda eran amantes, todo se decían en silencio y aquella mano se aferraba con más ahínco.
“Si te tiras, me arrojo detrás.”

Un susurro en el viento helado que enrareció todo con una esperanza irónica y asfixiante.

“Te amo, no viviré sin ti.”

El poeta estaba empeñado en dejar que su cuerpo se quebrara en dos y entonces sus labios se sellaron junto a los de su amante, se sintió de nuevo vivo y se aferró ciñó a su cuerpo.

“Te amo, no soy nada sin ti. No me vuelvas a abandonar, porque entonces estallaré en mil pedazos.”

Susurró de nuevo al viento, sus ojos mostraban perdón y absoluto deseo…

Todo finalizó…todo sobre un tejado donde anidan las palomas y no los seres humanos.





Seré el gato negro...

...aquel que te escrute entre las sombras

No hay comentarios:

{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD

Di NO a la Homofobia, la peor enfermedad