miércoles, 12 de diciembre de 2007

Diario








Tomé su cuerpo sin ninguna compasión, lo arrojé a la cama y le destrocé las escasas ropas que lo envolvían. Gritaba y su pecho era como un fuelle en busca de aire. Sus cabellos de cebada se arremolinaban en su rostro y sobre la almohada, su cuerpo se enroscaba como una serpiente intentando liberarse de mi prisión reptando y sus manos intentaban asfixiarme sin éxito. Me arañó el rostro y unas leves gotas de sangre cayeron sobre su pecho, algunas rodaron a mis labios y las degusté sintiendo ansias de devorarlo. Reí cínicamente susurrándole que estaba en los brazos del ángel negro, para luego expandir mis alas y mostrarle quien era. Lucifer, sí, había llamado la atención al mismísimo rey de todos los parias. La lujuria viajaba por cada glóbulo rojo por mis arterias hasta estallar en mis poros. El sudor perlaba mi cuerpo, pasaba mi lengua por mis labios y luego por su piel. Era delicioso, virgen y solo en medio de la noche. Su mirada tímida en un principio se convirtió en un huracán suplicante. Mis mandíbulas mordieron su hombro dañándolo superficialmente para luego hacer rodar mis labios por su cuello, boca y vientre. La punta de mi serpenteante lengua se deslizaba por su pecho, se paró en los pezones que mis dientes mordisquearon levemente y luego quedó complacida con el sabor de su ombligo. Cuando se hizo repetitivo aquel jugueteo alcé sus piernas y domé su miembro en mi boca. Comencé a mover mi cabeza con un ritmo alarmante, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba rodeando toda su extensión. Me mostré apasionado y mis manos cubrieron su tórax para hundir mis garras en el. Sin embargo llegas siempre a un límite en el que te vuelves un animal, yo al menos soy así, y terminé sumergiéndome entre las paredes de su interior. Gritó y gimió al instante moviendo sus caderas al compás de las mías. Se había vuelto mi vasallo, al fin lo hacía. Sus nalgas firmes de seda y hechas para mí fueron aniquiladas deshonrándolas como bien supe hacer. Mis jadeos no cesaban, sus gemidos mucho menos y acabé vertiéndome en su interior mientras miraba sus pupilas expandirse. Su esencia en mi pecho como señal de triunfo y su respiración ajetreada era un síntoma de que le había complacido. Le eché las mantas de su cama sobre su figura extenuada y me marché a mi guarida, en el mismísimo centro de la tierra. A veces el sexo de una noche esta bastante bien y no puedo negar que me complace satisfactoriamente, pero ese muchacho marcó una etapa en mí que me desquició.

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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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