miércoles, 18 de julio de 2007

Diario


Diario de un activista.




Eran las dos de la mañana cuando todo el piso se iluminó, había vuelto Gabriel con un tiro en la pierna y toda la banda se puso en alerta. Dejamos las camas para llevar a un hospital a nuestro amigo, camarada y hermano, mientras una de las chicas se quedaba en la casa buscando información de sus asaltantes. Aquellos cretinos que se atrevieron con un hombre solo, desarmado y que caminaba sin mirar mal a nadie, eran los Grandía. Estos eran españoles, concretamente del sur, y se creían muy machos por insultar a los de diferente nacionalidad, color o sexualidad. Se podría decir que no eran una banda de delincuentes, sino una piara de egoístas que creían en los colores de una patria que jamás existió.

Los conocimos hace unos años, cuando decidimos unirnos bajo el mismo techo mis hermanos y colaboradores más cercanos. Somos periodistas de investigación, otros actores y yo que simplemente intento dar mi opinión más ácida al mundo. La realidad que encubre nuestros rostros es distinta, somos una banda compuesta por dos cabecillas que intentan hacer una revolución lenta. Solemos hacer pintadas reivindicativas en el metro, emitir comunicados en radios de todo el ciberespacio contra la política de derechas que estaba llevando a cabo el gobierno, pero tampoco sin olvidar las reuniones clandestinas y los trapicheos que nos hacían subsistir robando a los niños de buena familia.

Como he dicho los Grandía, bien conocidos por su fama de hijos de papá en vez de peligrosidad, se pasaron todo un año eliminando lo que nosotros hacíamos o lográbamos. También vimos que eran informadores de nazis y demás calaña social, fuimos usados para ponerse medallas mientras ellos robaban a los más pobres para repartirlo entre ellos. Sabiendo esto ustedes, ya tendrán conocimiento de cómo eran y son estos tipejos. Son los típicos idiotas que se creen malos, pero en realidad son unos desgraciados. Normalmente conseguíamos reírnos de sus estupideces, pero el brutal acto de esa noche nos hizo enfurecer.

Jeannette logró encontrar la residencia de estos inútiles, las horas en las que solían conectarse en los servidores de Internet mientras Elia le daba instrucciones desde el carro. Yo, Ángel, intentaba mantener la calma en el hospital y Alessandro bebía un refresco en la sala mientras maldecía. Miriam tan sólo apretaba fuertemente la mano de su pareja, Ian, sintiendo una ira que no podía contener y se expresaba por su rostro. Alexis comentaba que se iban a arrepentir por sus amenazas, por sus vidas falsas y de payasos de niños ricos, además del daño causado a la organización y a su gran amigo Gabriel. Todos estábamos insatisfecho por la actuación policial, aunque con sus escasos medios era normal y habitual que los delincuentes se dieran a la fuga.

Cuando amaneció apareció cojeando Gabriel mientras otros amigos míos juraban venganza. En total somos veinte en la ciudad, aunque en toda España más de quinientas gritando y jurando venganza. Los actos de esos malotes de película mala de origen americano se iban a acabar. Según ellos tan sólo éramos cinco idiotas intentando realizar proyectos inalcanzables, imposibles, mientras se mofaban como buenos buzones. Así que intentamos ser educados mandándoles una invitación para una pelea.

Esos malditos pendejos se presentaron con unas pistolas inútiles, tan sólo eran seis idiotas asustados. Nosotros tan sólo teníamos nuestras manos, furia y unas cuantas espadas que solía acompañarnos como Samuráis legendarios. Nuestro colectivo estaba y esta formado por transexuales, homosexuales, inmigrantes, adolescentes incomprendidos y maltratados por la sociedad en general…el suyo por infantiles que deberían estar felices por como les tratan sus padres. La batalla no duró ni dos segundos, fue el grito de mi garganta desgarrándoles con “A por ellos, no importa cuantos perdamos, tan sólo hagamos que nuestra sangre se derrame por una causa noble”…En ese instante se evaporaron corriendo hasta sus vehículos.

Ahora estamos a punto de alcanzar un sueño…y NADA NI NADIE PODRÁ HACER QUE NOS ALEJE DE EL…

Menos unos machitos que se ocultan tras una fachada…

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