domingo, 5 de agosto de 2007

Diario

Hoy no hay diario, hay texto pero quiero decirle a los lectores homofobos que me siguen...




CAERÉIS EN EL ESTIERCOL HASTA HUNDIROS EN EL...DESAPARECIENDO.






LA LIBERTAD DE LUCIFER




[Se abrieron los cielos y se expulsó a uno de sus hijos envuelto en una desesperación. Cayó sobre las llamas del infierno y la tierra se cerró. Allí quedó relegado Lucifer por mandato divino. Su pecado era pensar por si mismo, crear sus propias normas morales y no aceptar los dictámenes de un Dios colérico y poco razonable. Luzbel de rostro encantador, porte soberbio, mirada enigmática y cabellos azabaches como la propia noche no había cambiado su forma, seguía tan hermoso y deslumbrante. Lo único que ya no poseía el arcángel eran sus alas de un blanco luminoso, ahora eran negras como las hebras de sus cabellos. Sus ojos se cubrieron de lágrimas, un sollozo profundo al recordar lo que le habían arrebatado. Sin embargo ahora era libre y podía actuar como realmente pensaba, no como otros decidían que pensara. Su espada y el noble arte de la guerra junto con sus estratagemas le hicieron famoso. ¿Quién engañó la estúpida de Eva? ¿Quién acogió en su reino a Lilith? Sin suda no pudo ser otro que él. La serpiente, la cabra, el cordero negro del rebaño o simplemente un león rugiendo en medio de la sabana le representaban. Era la fiereza, la elegancia y la picardía.]

Tratado de Oscuridad página decimoséptima, párrafo segundo. Autor Lucifer.


-No recordaba estas anotaciones son exquisitas y extrañas, ¿no crees hijo mío?- Un joven con atuendos extraños y de telas finas dijo en medio de la oscuridad. Alguien había leído aquellos párrafos a solas, para si mismo, sin embargo parecía tener compañía. Esa persona era yo, yo encontré el libro y limpié el polvo de la encuadernación. Era un tomo de piel donde estaban dibujados los tormentos y victorias del ángel caído, las hojas estaban amarillentas pero las letras se podían leer con claridad.

-¿Conoce el libro?-Dije hacia el fondo de la tienda. Yo en esos momentos trabajaba en una librería de segunda y tercera mano. Comprábamos ejemplares antiguos y los vendíamos a otros lectores.

-Como la palma de mi mano, todo lo que esta escrito ahí lo he leído y sentido en mi piel. Soy el escritor.-Respondió aproximándose a la luz.

-Interesante, sobretodo por el apodo.-Musité cerrando el ejemplar.

-Soy el verdadero Luzbel.-Dijo con aquella voz grabe. Viéndolo acercándose lentamente, mientras deambulaba por la tienda, no le echaba más de veinticinco o quizás treinta. Daba igual realmente pues su porte le daba seriedad, ambigüedad y poder. Tenía la ropa más cara de las tiendas góticas más populares de la ciudad, sin duda sabía lo que era el derroche. Sus manos estaban cubiertas por anillos de plata, en sus ojos había apoyadas unas gafas de sol que en la oscuridad no debería usar y un collar con una cruz invertida colgaba de su cuello.

-Tenía entendido que era usted un ser horrible.-Respondí en tono humorístico.

-¿Me ve usted tan horrible?-Dijo a pocos metros de mi rostro. Pude leer la expresión de su rostro entre divertida y sobria.

-Dejémonos de bromas, ¿qué desea?-Interrogué apoyándome en la mesa, él también lo hizo.

-No es una broma.-Susurró.

-¿Cómo lo demostrarías?-Pregunté entre risas.

-¿Qué deseas?-Respondió con otra pregunta.

-Desearía poder salir de esta tienda convertido en un sabio, un erudito de los que dejan huella en todo hombre y tener la oportunidad de que con mis letras el mundo caminase hacia un entendimiento. Creo en la libertad, en la expresión propia de esta, a la vez en unas normas éticas que nos encuadren en igualdad y respeto profundos. Es decir, ser libres sin coartar la libertad de otros y la propia. Un respeto profundo entre gentes de todos los lugares. Me gustaría ser el profeta de esa filosofía. Aunque la iglesia da una parecida y luego machaca con mentiras, falacias absurdas, para crear desigualdades. Yo hablo de ser un filósofo o novelista contemporáneo y poderoso, aunque a la vez campechano y libre.-Respondí maravillándome con mi sueño desde la niñez.

-Trato hecho.-Dijo alargando la mano.

-En serio, dejémonos de bromas y dígame en que puedo ayudarle.-Al decir estas palabras junto con apretón cordial de manos sentí que mi cuerpo se volvía convulso, mi cerebro me quemaba y todo se volvía borroso. Al despertar estaba en un apartamento, las fotografías eran mías pero sin embargo no recordaba aquel lugar.

-Esta es la casa de un escritor de éxito, tienes todas las comodidades y predicas con tu ejemplo de felicidad completa. Hay muchos que te llaman idealista, otros te llaman Belcebú y una masa te asecha con ansias de saber más. Adoran tus novelas, tus tratados de filosofía y tus herejías contemporáneas contra la religión. Ah, sí, como reza en tu más afamado libro “La religión son los grilletes para la igualdad del hombre. Apéense de las falacias que les muestran sus Dioses, todos condenados a la extinción, y abracen la autentica libertad basada en el respeto. Crean en si mismos, amen lo que realmente les hacen felices y hagan felices a los demás con sus actos. No predico una nueva religión, sino una antireligión.” Es muy profundo, me recuerda a mí.-Sonrió socarronamente y se posicionó a mi lado.-Como ves no te miento, a cambio de esto no quiero tu alma pues no me interesa sino el placer.-Dijo entre susurros.

-¿Cómo tiene fotos mías? ¿Por qué juega conmigo de esta manera?-Pregunté confuso y aturdido.

-¿Cómo? No juego jovencito, soy muy mayor para hacerlo. Quieres pruebas de que no te miento pongamos la televisión y veamos la tertulia que grabaste ayer.-Respondió sentándose en el sofá y jalando de mí para que tomara asiento a su lado.

[Sí, creo en la libertad y esta se fundamenta en una liberación total hacia los perjuicio que nos encadenan. Piensen en cuantas personas hemos dejado a un lado por un estúpido juicio equívoco o por el mero hecho de ser distintos. La sociedad de hoy en día, la masa social, es mestiza tanto en sentimientos como en orígenes y las culturas se abrazan. Ahora más que nuca hay que apoyar a los que son distintos para respetarlos por ello. No hay nadie igual, nadie es semejante y a la vez somos idénticos si nos dañan o nos sentimos acorralados. Ser homosexual, rubio, tener un trabajo por horas, transexual, negro, alto, gordo, asiático, ser huérfano o simplemente huraño no deberían de causarnos perjuicios sino todo lo contrario. Debemos aceptar al resto para ser libres y comprometernos a una paz única.]

-Ese era yo.-Mascullé intranquilo.

-Sí, decías lo que siempre te has callado por ser demasiado temeroso.-Respondió.

-¿Eres de verdad Lucifer?-Interrogué.

-Sí.-Afirmó.

-Interesante, ahora te debo mi alma.-Comenté balbuceando.

-Ya no mercadeo con eso, dejé el negocio y me dedico a usar a mis victimas si son hermosas para otros fines.-Masculló.

-¿Fines?-Pregunté aturdido aún.

-Placer.-Susurró robándome un beso de mis labios.

Desde entonces soy su siervo. Viene a mí en las noches y me reclama con una impetuosidad propia de un caballo salvaje. Me hace suyo y deja en mí una impronta de esclavo que odio. Hablo de la libertad, de lo hermosa que es llevarla a cabo, sin embargo soy preso del diablo. Preso de un hombre que tan sólo le importa mi juventud y que se acabará cansando de mí, desechándome como si no importara. Lo que no sabe, o quizás sí, es que he terminado por amar cada roce de su piel.

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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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