La rabia contenida se apretaba en mis dientes, se mostraba en mi mirada y me ardía en las venas. Las injurias y calumnias vertidas sobre mi pueblo me hacían un enemigo feroz. Esos que no conocían el honor, ni la justicia, mucho menos la igualdad o la libertad decían tener en sus labios la verdad. Impúdicos y detestables como ellos solos, sátiros de palabras nefastas, eso es lo que eran y son. Me había jurado a mi mismo por mi honor, por mi valía y por todo lo que amaba que jamás dejaría que destruyeran el nombre de mi pueblo. Estaba criado en la fragua, junto a las armas, y nací en un campo de batalla, con aroma a muerte, por ello estaba destinado a la guerra. Los míos eran idénticos a mí, peligrosos y llenos de sabiduría, deseosos de ver correr la roja vida por el filo de sus armas. Nos llaman los Ángeles Negros o los Enviados de Satanás, somos una escuadra de hercúleos y rápidos asesinos. Vinimos al mundo para protegerlo, para proteger la palabra HONOR y grabarla a fuego en los corazones de todo aquel innoble de espíritu. Por ello se forjó una guerra que no buscamos, sino que nos buscó ella a nosotros.
Hace unos años vinieron al pueblo unos ingratos, gente sin escrúpulos y sin conocimiento de nada llamándose a ellos mismos libertadores de la verdad. ¿Qué verdad? Si no sabían ni respetar a sus semejantes, mucho menos de mantener el orgullo y el honor intacto. Caminaban dando tumbos alcoholizados por los elíxires frutales que creaban los campesinos de mi pueblo. Saquearon todo, robaron la esperanza y corrompieron las leyes. Se creían magníficos, audaces y llenos de sapiencia…no eran más que carroña. Solamente son y serán podridas almas con formas casi humanas, pues eran tan deformes como su visión del mundo. Yo aún era un joven, un niño, y tuve que esperar varios años para actuar. Mis amigos y yo forjamos nuestras armas en secreto, hicimos planos de la ciudad con minuciosidad y guardamos información de los hábitos de estos mutantes hombres de bien.
Una noche decidí que era lo suficiente fuerte para dejar de esconderme, tomé mi caballo de las riendas y relinchó. Mis camaradas hicieron lo mismo mientras recogían las armas. En silencio, cubiertos con telares creados por la propia noche y con un corazón puro brillando en nuestros pechos caminamos hacia nuestro destino. Sonaron clarines, trompetas, el viento arreciaba y el frío curtía nuestros rostros. Entramos en las casas y liberamos al gentío, los conducimos a las montañas y les dimos el alimento que les robaban. Mas tarde, aún más de madrugada, volvimos a las calles pero esta vez armando tanto jaleo que los supuestos Titanes se despertaron. Se desencadenó una lucha entre Nobles y Animales. Cuando el alba apareció tocando las campanas de la catedral nosotros estábamos en pie y ellos degollados en medio de la plaza mayor. El cruel reinado de estos seres había concluido. Mi pueblo volvió a vivir en paz y nosotros seguimos ojo a visor no vaya a ser que vuelvan “sabios” a gobernar la ciudad. El poder esta en la sabiduría, en la paciencia, en el honor y en la justicia si flaqueas en esto no eres más que escoria intentando dominar a un rebaño de de coléricos luchadores.
Jamás tomes una opinión personal desacertada como algo cierto, pues es un testimonio blasfemo y alguien con dos dedos de frente te doblegará. Nunca tomes el poder sin saber que decir, que hacer o que mandar. Por ello tan sólo los líderes inteligentes, justos, con corazón noble y llenos de un deseo de igualdad deberían dominar el mundo renovándose cada año, pues el poder corrompe hasta al más digno. Son las premisas que nos regala este texto, pero sobretodo uno “La Justicia siempre prevalece y te da la razón aunque tarde años”.
Hace unos años vinieron al pueblo unos ingratos, gente sin escrúpulos y sin conocimiento de nada llamándose a ellos mismos libertadores de la verdad. ¿Qué verdad? Si no sabían ni respetar a sus semejantes, mucho menos de mantener el orgullo y el honor intacto. Caminaban dando tumbos alcoholizados por los elíxires frutales que creaban los campesinos de mi pueblo. Saquearon todo, robaron la esperanza y corrompieron las leyes. Se creían magníficos, audaces y llenos de sapiencia…no eran más que carroña. Solamente son y serán podridas almas con formas casi humanas, pues eran tan deformes como su visión del mundo. Yo aún era un joven, un niño, y tuve que esperar varios años para actuar. Mis amigos y yo forjamos nuestras armas en secreto, hicimos planos de la ciudad con minuciosidad y guardamos información de los hábitos de estos mutantes hombres de bien.
Una noche decidí que era lo suficiente fuerte para dejar de esconderme, tomé mi caballo de las riendas y relinchó. Mis camaradas hicieron lo mismo mientras recogían las armas. En silencio, cubiertos con telares creados por la propia noche y con un corazón puro brillando en nuestros pechos caminamos hacia nuestro destino. Sonaron clarines, trompetas, el viento arreciaba y el frío curtía nuestros rostros. Entramos en las casas y liberamos al gentío, los conducimos a las montañas y les dimos el alimento que les robaban. Mas tarde, aún más de madrugada, volvimos a las calles pero esta vez armando tanto jaleo que los supuestos Titanes se despertaron. Se desencadenó una lucha entre Nobles y Animales. Cuando el alba apareció tocando las campanas de la catedral nosotros estábamos en pie y ellos degollados en medio de la plaza mayor. El cruel reinado de estos seres había concluido. Mi pueblo volvió a vivir en paz y nosotros seguimos ojo a visor no vaya a ser que vuelvan “sabios” a gobernar la ciudad. El poder esta en la sabiduría, en la paciencia, en el honor y en la justicia si flaqueas en esto no eres más que escoria intentando dominar a un rebaño de de coléricos luchadores.
Jamás tomes una opinión personal desacertada como algo cierto, pues es un testimonio blasfemo y alguien con dos dedos de frente te doblegará. Nunca tomes el poder sin saber que decir, que hacer o que mandar. Por ello tan sólo los líderes inteligentes, justos, con corazón noble y llenos de un deseo de igualdad deberían dominar el mundo renovándose cada año, pues el poder corrompe hasta al más digno. Son las premisas que nos regala este texto, pero sobretodo uno “La Justicia siempre prevalece y te da la razón aunque tarde años”.
1 comentario:
jejej pero no soy nada de homo lo que sea ni nada de eso jejeje
Asi que te digo que está genial lo que has escrito y subido... eres genial tu mismo
mil besazos guapisimo!!!
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