domingo, 9 de septiembre de 2007

Diario






Las calles

Siento bajo mis pies los adobes de una tierra añeja llena de historias silenciadas por el paso del tiempo. Divago por momentos sobre quien pisó antes que yo las callejuelas oscuras que morían todas en la calle Larga, el lugar donde convive la pobreza con la mayor joyería de la ciudad. Los bohemios salen a hacer malabares, tocar la guitarra o a ser estatuas vivientes sin un ápice de mármol. Los mendigos rebuscan en la basura de los señoritos mientras deambulan extranjeros que al descuido se quedan sin la cartera. Los que solemos pasear por allí sabemos que es un lugar de contraste, el cielo y el infierno fundido en pocos metros.

¿Cuántas veces he aguantado las lágrimas mientras pasaba por allí? ¿Cuántas me he parado a dibujar un rostro mugriento? ¿Cuál fue el último texto que le dediqué a alguien del barrio? Este pueblo es una basura y a la vez un dulce regalo. Tiene un trazado irregular morisco, con calzadas que recuerdan a las romanas y que en la era Medieval dejó iglesias impresionantes mientras en la ilustración creó las casas más hermosas y señoriales. El teatro queda cerca de la calle Larga, cerca de la callejuela de arcos y donde se encuentra el mayor tráfico. La Iglesia de Santiago esta cerca del asilo de ancianos, allí por el barrio más flamenco, y ambos edificios están casi en ruinas. Puedes ver tirados al sol como lagartos a los ancianos, la luz caer brillando sobre los camellos del banco cercano al descampado más cercano. El zoologico no queda lejos, puedes escuchar el ruido del león entre el tráfico. Pero la más hermosas es donde se encuentra el Alcázar engalanado por la hiedra y los claveles, santuario árabe, que casi es aplastado por el estúpido que teníamos como gobernante y que deseaba poner un hipermercado.

La hermosura contrasta con la pobreza, la vida con la muerte y la historia con el presente. Amo caminar entre estos muros, aunque sienta que todo es demasiado duro y odie que me machaquen con sus miradas…Sin embargo no puedo hacer nada por lo que detesto porque es el medio de vida de otros, o porque sin ello los bohemios no podríamos sentir el deseo de plasmar nada. Por ello amo las calles terminadas en cuesta, mal asfaltada, las casas desconchadas, el ruido, el silencio, las ratas, los gatos maullando, los pedigüeños, los rateros, los gritos, los borrachos, el olor a azahar, el rastro de cera de la semana grande de los cristianos, el aroma a mar en la lejanía, las palmeras cargadas de palomas y los inmigrantes durmiendo en la intemperie…amo el paisaje de caos, de una Babilonia nata…aunque me haga daño y lo deteste. Es una ciudad con alma de pueblo, demasiados habitantes para un lugar tan pequeño y con razas traídas de todos los continentes. Es grato deambular entre los piratas de música y los comerciantes ambulantes mientras no aparezca la policía.

Quiero irme de este infierno y a la vez tocar la cumbre de su cielo…son sentimientos encontrados, pero así es Jerez…tierra de viñedos, tierra ecuestre, tierra de flamenco, tierra de contrastes, tierra que intenta liberarse de su imagen clásica, tierra donde la inmigración aflora en un jardín salvaje y tierra de artistas de todas las clases…Mi hermosa tierra y a la vez mi odiado lugar. Se me hace pequeño y a veces demasiado grande. Me he llegado a perder entre sus calles y despertar en un lugar distinto. No puedo negarlo…la amo…pero odio a cientos que viven en ella.

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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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