Jean Echenoz dijo: “Yo no escribo para otros, escribo para mí. Y durante ese momento mágico, ahí, me importa muy poco en público, ni se me pasa por la cabeza, me da igual el resto del mundo.”
Yo añadiría sin ser tan extremista “Visto las hojas impresas en mi pantalla o las elaboro con el perfume de la tinta de mi estilográfica. Me largo por la puerta de atrás y tan sólo busco la otra realidad. Me da igual si llena o no al lector, porque el primer lector soy yo. Después, quizás después el mundo y ante ellos los ojos de mi amante. Soy infiel a mi primera esposa con una segunda, me he casado por dos veces y estoy maldito por ambas. Amo a la primera que me desposó y sedujo, llamada literatura, y la otra tiene por aroma a pequeñas pinceladas de pintura. Amo a ambos y los deseo, uno hace de musa y otro es mi propio ser. Ante ellos me descubro mi rostro y desnudo mi alma, porque sólo ellos saben que significa cada palabra, pues yo escribo para mi mismo y sólo mi contrario conoce lo que siento.”
No hay nada mejor que expresar tus sentimientos, mostrar secretos que llevas ocultando durante décadas en una hoja de papel. Puedes hacer un personaje a tu medida, incrustarlo en una sociedad suicida y consumista, para luego apoderarte de todo lo que tiene y llenarlo de lo que tú una vez fuiste o quisiste ser. Éxitos y fracasos que te han moldeado a ti, moldean a ese pequeño aprendiz de ti mismo como si fuera de arcilla. Yo soy de los que actúan deprisa y piensan lentamente sus movimientos. Atrapo las ideas y las exprimo, para mí mismo y comprobar hasta que punto puedo llegar. Me gusta reinventarme para aplaudirme egocéntricamente. ¿Por qué lo hago? Porque no llegan a vuestros ojos ni la mitad de lo que escribo, porque hay relatos tan personales que no los dejo en manos de otros y que los guardaré para dejarlos en el cajón del olvido. Vivo para escribir o más bien escribo para vivir. Aunque no veo ni un céntimo por arrojar palabras al mundo, no como otros, me siento el más afortunado porque puedo hacerlo. Muchos tienen pánico a hacerlo, un miedo atroz a caer en el vacío y morir en el intento. Sin embargo el verdadero escritor trasmite lo que siente, lo que es, no deja escapar ni un ápice sobre lo que piensa. Por ello en Francia y en algunos países se omiten las críticas negativas, simplemente se deja en el anonimato, y sólo se habla de un libro si realmente es bueno. No se dañan los sentimientos del autor, porque el autor se entiende que escribe para si mismo y si lo expone es ya síntoma de alabanza.
Lo que quiero decir es…
Digáis lo que digáis tan sólo me expreso por lo tanto deberíais de callar e intentarlo vosotros ya que tan buenos críticos sois. Yo soy critico conmigo mismo, me gusta escribir para mí y no hago daño con mis juicios a nadie…intentadlo, es más fácil ser crítico que novelista.
¿Todo esto a que viene? Es una reflexión hecha en una parada de autobús mientras me calaba de frío, sentía el viento zigzaguear entre las rapas de los árboles la lluvia empapándolo todo. Porque no entiendo de lugares para convocar las musas y porque la revista en donde aparecía este autor me entretuvo en el camino a casa. Por ello medité profundamente y decidí escribir esto en honor de todo aquel que realmente siente lo que compone.
1 comentario:
Una verdad tan simple pero tan facil de olvidar, no? escribir con el corazón.... vaya que lo habia olvidado
Publicar un comentario