En un segundo dos desconocidos pueden sorprenderse por el parecido que pueden tener. Muchas veces me he quedado prendado ante las palabras de mi maestro. Pocos lo han notado pero él es la parte sosegada de una personalidad alocada, la mía. Ambos amamos el arte, buscamos fuerza en nosotros mismos para arrojarnos a un mundo en blanco y mancharlo con nuestra pasión. Sí, somos artistas, trotamundos y guerreros de las ideas. La literatura nos aparta, nos lleva a otros mundos y nos informa. Somos pequeñas figuras en un tablero de ajedrez, bien vestidos y con una sonrisa expectante. Así es, somos partes iguales y distintas de una partida inacabada llamada vida. Jugamos con la muerte, bailamos mientras en una danza sensual llamada lujuria y nos fundimos en un beso alocado. Somos magos de una ciencia antigua, la observación. Solemos caminar por las calles, adentrarnos en lugares diversos y quedarnos encandilados con los gestos únicos de los viandantes. Tenemos el mismo talante irónico aunque cada cual con su toque. Dicen que la curiosidad mató al gato y sin embargo seguimos vivos, hemos recorrido peripecias a solas o acompañados por culpa de ese sentimiento.
Lo lamento, no me he presentado. Me llaman Lestat y hablo de Marius de Romanus, un viejo verde o eso dicen. Creó a un ángel sin memoria para moldearlo como su discípulo y fracasó; tomó a una loca crispada como compañera y no se aguantaron; se encandiló de un Dios de árbol y este prefirió a su contrario; cuidó a una reina caprichosa y que se creía sus propias mentiras o tan sólo veía lo que deseaba ver, que lo abandonó en medio del hielo como una vulgar fulana…tuve que ser yo quien ajetreadamente entrara en su vida una y otra vez con aire fresco, aire de la ilustración y de
Estoy cansado de mostrar al mundo cómo somos, qué somos y por qué existimos mientras mi mejor creación, Louis, se tira de los cabellos diciendo que su padre se volvió aún más loco. Maharet y Mekare tan sólo asisten encantadas a mis cabriolas de bufón real. Daniel arquea la ceja tras las gafas y carraspea anotando algo en su agenda, algo que no me interesa saber. Avicus, ese caprichoso dios del árbol, lee libros que Romanus le ha prestado y sonríe a lo lejos saludándome efusivamente. No sé que pensaría Akasha si alzara la cabeza, esa cabeza cortada y destrozada por las gemelas, de este encuentro, de este amor, pero dudo que le gustara, aunque probablemente podría ver lo que ella le plazca ya que es dada a ello. Khayman tan sólo aplaude mientras se contempla al espejo una vez más para sugerir que todos deberíamos de vestir a la última moda oscura. Mi maldita familia. Sin contar los celos de ese maldito pelirrojo y sus nefastos intentos de igualarme plagiando mis palabras, mis desdenes y mi encantadora ilusión por desear a las musas. Como he dicho estoy cansado, furioso en ocasiones de que no se nos crea y luego intenten dar opinión sobre nuestra unión. ¿Le he dado a alguno de vosotros, crueles cuervos o cadáveres sin pasión, vela en este entierro?
Olvídense de injuriar, calumniar y desear con malas artes que yo deje de ampararme en los brazos de mi maestro. Estáis uniendo fuerzas negativas a mi alrededor, intentando que me vea con otros ojos y creyéndoos que me conocéis cuando jamás habéis versado una sola palabra hacia mí. Inútiles adoradores de vosotros mismos o de vuestro corazón de hielo. Yo no tengo la culpa de que vuestros latidos solo surjan para dar vida a vuestro engaño. Dejad de corromperos con envidia porque jamás fue vuestro este hombre de manos suaves y piel clara. Jamás fue vuestro este gigante, este mago, este dios de los árboles huido a Egipto. ¿No véis que por mucho que le digáis jamás me abandonará? Sé que es un amor duro, que amar duele y tortura nuestras mentes, pero sin embargo deseamos hacerlo y vosotros no deberíais dirigiros a nosotros en un plan tan descortés. Así que si no tenéis otra es mejor que ceséis las burlas, suposiciones y calumnias que bañan mi nombre. Soy la verdad en cada punto y coma, no engaño aunque lo creáis.
Tan sólo quiero deciros que amo a Romanus, que lo deseo en cada instante y más cuando estoy en soledad en medio de mi cama. Deseo abarcar su cuerpo con mis brazos, acariciar su rostro y besar su vientre. Necesito hablar con él cada día, a todas horas, y en mi mente tan sólo hay un nombre y ese es el suyo. Vivo por él, como por él y mejoro como persona a su lado. Él hizo que amara más aún la pintura, esa gran desconocida hasta hace dos años que ahora me atrae con impetuosidad. La fotografía, el mundo de las ciencias ocultas o simplemente el deseo más placentero me lo ha inculcado él. ahora, en estos instantes es mi maestro en el amor y por lo tanto en el lecho. Me esta enseñando a necesitarlo, a envenenarme con el toxico sabor de sus frases diabólicamente encantadoras.
Marius, mi buen Marius, el hombre de letras y ciencia ven a mí y toma mi alma entre tus manos. Quiero morir sobre tu cuerpo tras hacer el amor, una y otra vez en cada noche hasta el amanecer. Quedar rendido por el vaivén de nuestras caderas y los gemidos que bañan las cuatro paredes de nuestra alcoba. Cada día sueño con poseer todo lo que me regala, su alma y su figura. Jamás vi un cuerpo tan bien formado, tan cincelado. Abriré mis alas negras de ángel caído para anclarme a tus nalgas como si fueran garras, me introduciré en ti mientras bebo de tu boca y me muevo como serpiente sobre tu pecho. Lamer, besar, pasar las yemas de mis dedos sobre tu espalda me enloquecerá. Quiero que las sábanas queden empapadas con la esencia de nuestro ser, que se pegue a nuestro sudor vampírico, mientras te contemplo jadeando y gimiendo porque el Aprendiz ha conocido los trucos del Maestro. Por ello necesito tenerte a mi lado para tenerte desnudo cada segundo, contemplarte como estatua de mármol único y sonreír ante tus gestos cómplices. Necesito el sexo y el amor unido en dos, el pecado proveniente de tus labios y tus manos enlazadas a las mías como gesto de unión.
Tú, mil veces tú, maldito seas por hacerme tan inocente, tan egoísta, tan fantasioso y por hacerme alcanzar la cima del placer en cada noche cuando sueño contigo. Dime ahora quién es el loco y quién es el cuerdo pues yo perdí el norte junto al sur cuando te conocí.
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