jueves, 29 de noviembre de 2007

Diario






DIBUJO REALIZADO POR ROMANUS

bajo LCC ¬¬ al igual que mis textos.

Salí de Francia para refugiarme en la vieja Europa, mi madre me seguía mientras se esfumaba en ocasiones. La soledad no calmaba mi corazón, padecía la enfermedad de la melancolía por dejar atrás lo conocido y a un antiguo amante. Había perdido todo, sin embargo había ganado algo que no puede ser valorado. Se puede decir que he tenido dos padres, el que hizo que mi madre fuera una desdichada y quien me hizo un desdichado bastante rico. El segundo de ellos me dio riqueza, poder y una nueva vida tras arrancarme de la humanidad. Sin embargo, jamás dejamos de ser nosotros mismos y con el paso de los años somos incapaces de modificar nuestra forma de ser. Soy y era lo que se dice inmortal, hijo de la noche y la sangre. Había conocido lo peor de nuestra raza, el desprecio y la necedad de manos de un ángel que dormitaba en el cementerio de Los Inocentes. Su maestro y creador fue alguien digno de alabanzas, así lo pensaba él y así comencé a pensarlo yo. Si bien estaba desaparecido desde un trágico accidente, o más bien un holocausto de manos de un fanático herido en su orgullo, que hizo creer a esa criatura que ya no existía. El nombre de ese Dios hecho realidad es Marius, El romano.

Sin embargo por mucho que lo buscaba moviendo cielo y tierra sólo hallaba lejanas leyendas. Hasta que un día en la exótica tierra de Egipto tras una misiva donde comentaban que Nicolás había fallecido, junto con el abandono al que me veía sometido por mi madre. Ella también era un monstruo, yo mismo lo hice intentando salvarla. Él me encontró derrotado y me acogió en sus brazos. Tuvimos que alejarnos por mi culpa pero jamás le olvidé, jamás lo hice y mucho menos cuando sentía las impertinencias de Louis resoplando en mi nuca.

Ahora cuando despierto en medio de la mañana y noto su cuerpo a mi lado me estremezco. Hoy he podido percatarme de los ciertos que son algunos refranes, sobretodo aquel en el que hay que sufrir por conseguir un trozo de cielo. Sus ojos azules, sus cabellos de un rubio deslumbrante y su figura me hacen delirar. Me siento como un niño, es más me vuelvo un niño caprichoso que desea conocer por primera vez la vida. Correteo por los pasillos buscándole mientras se inspira para una nueva pintura, quedando trasportado en una felicidad completa cuando le observo trazar los rostros de ángeles o paisajes de fantasía. Sé que él también me contempla mientras escribo, al igual que cuando cometo mis diabluras para reprenderme. Sin duda se nota la madurez de su alma en sus manos tersas, tan suaves como sus labios.

No importa cuanto lo diga, cuanto repita estas palabras y cuanto suplique conocer si lo que disfruto es real o mera imaginación. Estoy en un estado mental imposible de explicar y tan sólo quiero disfrutarlo. Jamás he tenido nada importante entre mis manos y ahora que lo poseo tengo miedo. Miedo ser insignificante a su lado, a que otros puedan arrebatármelo o por culpa de mi estupidez hacer que se olvide de su amor por mí. Por ello me quedo arropado en la cama mientras lo contemplo extasiado por su belleza, por ello intento que su vida sea más grata y que mis guerras personales no les afecte…

Le amo

Le amo desde el primer momento en el que lo vi.

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