Carta de Enkil

Amado Khayman

Sabes que eres tan sólo un esclavo, que no deberías dignarte a lo que comentas y por lo tanto debería arrancarte la lengua ante todo el palacio. Sin embargo, te necesito y ansío estar contigo, pegado a tu cuerpo moldeado por los dioses. Si bien te prohíbo que hables así de mi esposa, tu reina, a la que le debes respeto y sino haré que los buitres del desierto te destrocen. Sabes que es una táctica para mantenerme en el poder, que dejé de estar con otros sirvientes por ti y que a ella la tengo a mi lado por la razón que he dicho. Así que limpia tu boca con las aguas cristalinas de nuestro río y espérame esta noche en tu habitación. Antes de partir quiero verte, quiero hacerte sentir la furia de este elegido de Dios. Abastécete bien de esencias, frutas y cómodos almohadones pues te haré sentir mi cuerpo vibrando en tu interior.

Sabes que no soy así, que no te digo lo que te deseo, pero sin embargo hoy necesito que lo sepas por tu lealtad y porque me has demostrado amor eterno. Ese tipo de amor que se tiene entre dioses y no entre humanos. El tiempo te pondrá en tu lugar, a mi lado, sin embargo deja que ella me de un hijo y que nuestro reinado sea tan largo como el Nilo. De nosotros se hablará durante milenios y nuestras tumbas serán adoradas eternamente, sin embargo a quien siempre llevaré en mi mente será a ti y a tus ojos expresivos cargados de necesidad.

Espero que nuestro viaje te haga rememorar viejos tiempos cuando sólo éramos tú y yo. Veremos a esas brujas blasfemas y las llevaremos ante Akasha, que le digan todo lo que desea oír, como siempre, y nosotros mientras podremos burlarla con el vaivén del sexo. Sé consciente que si ella se enterara de nuestro fruto prohibido te destrozaría a azotes, así que se listo y deja de llamar la atención con tus celos inútiles. Mientras aparentaré ser un cordero junto a ella, complacerla, halagarla y servirla. Sabes que todos la admiran, que es una pieza preciada en la corte, aunque tú la desprecies y yo no la soporte. Así que calla tu boca como yo callo la mía, aplícate la máxima que yo me aplico y seremos felices en mitad de las noches en este maldito palacio. Únete al rebaño y deja de ser un chacal para poder llegar a la belleza de la ancianidad.

Serás mi amante hasta que tu vida se acabe, recuérdalo.

Esta noche te veré y haremos el amor con más pasión, más profundidad y más deseo. Te saciaré y me satisfaceré. Me vendré en ti tantas veces como estrellas hay en el cielo, tan sólo sé complaciente mi querido plebeyo.

Tu Rey y amante, Enkil