Carta de Lestat

Querido Louis:

Mi querido y amado Louis, mi filósofo y mártir sin remedio, me alegra oír de tus labios estas palabras suplicantes. El deseo te ciega, quieres que te complazca y la verdad es que lo haré como tú deseas. Te cegará el placer y te atará a mi cama sintiendo una necesidad que te ahoga. Seré tu amo si te complace y te fustigaré con mis embestidas más crueles, sabes que me encanta destrozarte para alzarte en los aires con el mayor de los placeres. El pecado de tus labios me conmueve y hacen que necesite adentrarme en tus firmes nalgas.

Te ordeno que dejes de tocarte, que olvides por un momento que eres dueño de tus acciones y te ates a la cabecera de tu lecho. Corre las cortinas del dosel, quiero llegar y encontrarte temblando en manos de tu lívido. Te castigaré con mis besos, morderé tu cuello y me masturbaré frente a ti acariciando mi torso para lamer el tuyo. Clamarás a Dios que este Ángel de los Cielos te guíe hasta el techo, que te eleve en mis brazos y destroce tus entrañas. Sabes lo violento que puedo ser, que no me preocupo de si llegas al orgasmo, sino de mi propia satisfacción.

Me vendré en ti más de una vez mientras me sumerjo enloquecido, mis ojos se clavaran en los tuyos y beberé tu aliento como una poción maldita. El vortice de mi esencia girará en tus entrañas, tan calientes como tus palabras. Serás mi puta, mi esclavo, mi preciosa zorra y rezaras como un beato al verme desnudo, porque me convertiré en tu chulo, en tu Dios. Te bañaré en una tortura delirante y terminarás agotado entre tus sábanas. Pero sabes bien hermoso mío que odio quedarme tras el sexo, como mucho alégrate que te regalaré horas de mi eternidad regalándote algo que anhelas. Así que espérame precioso iré a darte lo que te mereces.

Lestat, Príncipe Malcriado.