sábado, 8 de diciembre de 2007

Diario






Desde el primer momento en que lo sentí lo supe, tenía que ser para mí. Había entrado como un torbellino en aquel lugar sagrado, el templo de dios. Comencé a blasfemar con una sonrisa en mis labios sintiéndome importante y sin embargo en segundos me desvanecí. Él hizo que lo hiciera quedando tan sólo un muchacho débil que no sabía apenas que decir. Sonreí dulcemente para escuchar sus divagaciones de arte, se convirtió en un guía por la belleza y el simbolismo eclesiástico. Era un vampiro y yo el segundo hijo de Lucifer, una mezcla de oscuridad y sangre. Cuando comenzó a leer mis obras me mordí el labio pensando en que quizás podría atraerlo con ellas, sin embargo me quedé petrificado ante sus halagos.

“El primer beso de amor

Logró la curación de mi alma”

Sus labios se posaron dulcemente sobre los míos con arrebatadora sensualidad. Me aferré como pude a sus ropas mientras él se inclinaba más para poder abarcarme con sus brazos, cosa no demasiado difícil teniendo en cuenta su tamaño y el mío. Me hizo delirar y que mis piernas temblaran debilitadas. Ante la imagen de dios en el retablo y de mi padre, frente a las lágrimas de un Jesucristo a punto de estremecerse en el último suspiro de vida y la de una inmaculada virgen que mece su hijo entre sus brazos. Torpemente seguí los designios certeros de su lengua, lentamente recorrí su boca imitándole mientras acariciaba el borde de sus labios con los míos. Lentamente se separó de mí y dejó que su respiración me embriagara. Creí flotar y mis mejillas se iluminaron al igual que mi mirada. Era la primera vez que alguien me seducía de aquella forma, con aquel dulce regalo que jamás creí poder tener. Me puse de puntillas para poder acariciar su rostro mientras me observaba fijamente.

“Jamás me habían besado, has sido quien a endulzado mi boca con el roce de la tuya”

En el momento en el que sus dedos desataron los botones de mi abrigo no supe que hacer, temblé y me estremecí. Sus manos eran casi el doble que las mías y su cuerpo una bella escultura arropada por unas ropas elegantes de caros tejidos. Dejé que besara mi cuello y deslizara mi abrigo por los hombros hasta el suelo. Me sentía complacido, adorado y secuestrado a un estado indescriptible. Mi camisa no tardó en seguir a mi abrigo, lentamente con cuidado quitó uno a uno cada botón de su ojal. Cuando dejó de jugar con mi cuello y mis lóbulos, regresó a mi boca. Me aseguré de que esta vez pudiera reaccionar a tiempo, sin embargo fue más pasional mientras me ataba por la cintura. Sentí entonces los botones y pliegues de su ropa sobre mi vieja herida de guerra. Acarició mi tatuaje bordeando cada pluma invisible y dejé que aparecieran para que él pudiera contemplarlas. Las plumas cayeron como pétalos de rosas sobre el velo de una novia, y sus ojos no pudieron ocultar su asombro mientras que yo sonreía dulcemente. De puntillas casi no llegaba a agarrarlo por el cuello para rozar sus labios con los míos. En sus oídos susurré que ya le había dicho lo que era, que ante él tenía rendido al hijo de los infiernos. Cuando reaccionó desabotonó mis pantalones haciendo que quedaran caídos hasta mis tobillos. Mis botas eran altas y rozaban mis rodillas; sin embargo eso no importaba, porque yo mismo me liberé de ellas con rapidez.

“Realmente no sé que estamos haciendo, sólo sé que quiero sentir tu piel y desconozco la razón”

Abrí completamente mis alas para envolverle y sentir sus manos en mis caderas. Yo estaba totalmente liberado de las cadenas de mis ropas, él seguía vestido y no me importaba. Era de él sin importarme nada, tan sólo quería bailar al son de sus latidos. Lo miré dulcemente y volvió a besarme capturando mi aliento en sus fauces. Sus dedos apretaron mis nalgas y percibí la erección de mi miembro. Sin duda alguna era sexo lo que estábamos haciendo y me sonrojé nuevamente pegando mis mejillas a su pecho. La vergüenza bañó mi alma haciéndome bajar los párpados suavemente. Cuando sus garras se sintieron en la necesidad de desmoronarme más sentí uno de sus dedos en mi entrada. Mis pupilas se expandieron y comencé a ronronear como un gato. Una mano ocupada y la otra acariciando mi cintura para luego notarla sobre mis pómulos. El dedo índice de su mano izquierda se deslizó por mis labios y sentí un escalofrío. Dio un paso hacia delante y luego le seguirían varios más, me trató como un muñeco, sin dejar de ser suave, para arrodillarme ante la imagen del hijo de dios a punto de morir. Oculté mis alas instintivamente y mi tatuaje floreció para ser besado. Mi interior notaría entonces la humedad de su lengua y aquel roce tan placentero me hizo gemir. Sus dientes mordieron mis nalgas y pude notar que bebió un poco de sangre en aquella posición. Susurró que me diera la vuelta y me sentara, acto seguido me tenía sumiso como él deseaba. Bajó la cremallera de sus pantalones y me mostró su miembro, sus cabellos pelirrojos y todo su volumen quedaban en mis manos. Debía complacerlo y no sabía cómo diablos era, sin embargo me dejé guiar por mi instinto. Mi boca fue usada esta vez no para besarlo, sino para masturbarlo con delicadeza. Miré sus pupilas y su reacción, echó la cabeza hacia atrás y gimió. Me sentí feliz, dichoso, por saber hacer que él sintiera placer con mi lujuria; pero pronto me apartó para introducirse en mí lentamente. Grité de dolor y me apoyé en sus hombros, mi cuerpo entero se estremeció y sus embestidas comenzaron haciéndome daño mientras comenzaba el placer. Sus jadeos me alentaban a moverme lentamente, con demasiada dificultad, haciéndome alzar las piernas y sentir toda su extensión. Su miembro en mi interior se sumergía y salía para provocarme un temblor extraño. No pude soportar demasiado tiempo y dejé que mi esencia manchara su camisa, sin embargo él no cesó sus movimientos y el ritmo aumentó. Perdí la conciencia y me convertí en su esclavo. Él no dudó en dejarme un recuerdo en mis entrañas, su esencia expulsada desde su virilidad. No sé qué hora sería cuando desperté arropado con mi abrigo, pero él no estaba. Estaba acostumbrado a ver aquel romanticismo y después despertar junto al ser amado que me sentí defraudado, sin embargo vi una nota suya junto a mí pidiéndome disculpas y que aún deseaba pintar al demonio en su forma real. Sonreí y aplasté la nota sobre mi pecho para luego descubrir en ella el perfume de sus cabellos.

Desde entonces es pensar en su nombre, Gabriel, y temblar por completo ante una nueva ilusión…una nueva meta…encontrarle para quedarme a su lado durante toda la eternidad.

“Jamás supe que era soñar despierto hasta que me tuviste entre tus brazos”

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{Iwaki and Katou} <3 [Tócame]

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